Monday, July 31, 2017

“Pero... está escrito que tu esposa debe morir”, respondió el santo. Al escuchar esto, Vorotilov cayó de rodillas y, llorando desconsoladamente, le suplicó que orara para que su esposa sanara.

Las Oraciones de San Serafín tenían una fuerza muy grande. Eran capaces, incluso, de sanar enfermos en su lecho de muerte. Un caso de estos ocurrió en mayo de 1829, cuando enfermó gravemente la esposa de Alejo Yurievich Vorotilov, de la aldea Pavlov, en la región de Gorbachevo.

Vorotilov tenía una gran fe en las oraciones de San Serafín, y éste le amaba como si fuera discípulo suyo. Así, decidió ir a buscarle a Sarov, a donde llegó a la medianoche. A pesar de ser ya muy tarde, Vorotilov se dirigó inmediatamente a la celda de San Serafín. Éste, que parecía estar esperándolo, se hallaba sentado junto a la puerta, en la oscuridad.

“— ¿Qué te ha hecho, alegría mía, venir a la celda del pobre Serafín a estas horas?”.

“— Vine a pedirle ayuda para mi esposa.”

“— Pero... está escrito que tu esposa debe morir”, respondió el santo.

Al escuchar esto, Vorotilov cayó de rodillas y, llorando desconsoladamente, le suplicó que orara para que su esposa sanara. Lleno de compasión, San Serafín se puso a orar, permaneciendo en este estado unos diez minutos. Después, abrió los ojos y dirigió su mirada a Vorotilov, para decirle:

“—Bien, alegría mía. Dios le da vida a tu esposa. Puedes volver en paz a tu hogar.”

Poco después, Vorotilov habría de enterarse que, justo cuando San Serafín oraba, su esposa comenzó a sentir un repentino alivio. Y pronto sanó completamente.

San Serafín de Sarov

Catecismo Ortodoxo 

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