Tuesday, March 21, 2017

LA ASCENSIÓN


Y subió a los cielos, y está sentado a la diestra del Padre

Después de Su Resurrección de entre los muertos Jesús apareció a los hombres por un período de cuarenta días después de que "fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios".
(Lucas 24, 50 y Hechos 1, 9-11).

La Ascensión de Jesucristo es el acto final de su misión terrenal de Salvación. El Hijo de Dios “baja de los cielos" para hacer el trabajo que el Padre le encarga y habiendo logrado todo, vuelve al Padre llevando en si la humanidad mortal y glorificada que Él ha asumido. (Véase Juan 17).

El significado doctrinal de la Ascensión es la glorificación de la naturaleza humana, la Alianza restaurada del hombre con Dios, su re-unión. Es realmente, la penetración del hombre a las profundidades inagotables de la divinidad.
Ya hemos visto que "los cielos" es la expresión simbólica en la Biblia para hablar del no-creado, inmaterial "Reino divino de Dios", como un santo de la Iglesia lo ha llamado. Decir que Jesús está "exaltado por la diestra de Dios" como predicó San Pedro en su primer Sermón Cristiano (Hechos 2, 33) significa exactamente esto: que el hombre ha sido restaurado a la Comunión con Dios, a una unión que, según la doctrina ortodoxa, es mucho mayor y más perfecta que la que había sido otorgada al hombre en su creación original. (Véase Efesios 1 al 2).
El hombre fue creado con el potencial de “entrar en comunión con la naturaleza divina", citando nuevamente al Apóstol Pedro. (II Pedro 1, 4). Es esta participación en la divinidad, Que se llama Theosis
(Que literalmente significa deificación o divinización) en la teología Ortodoxa, que la ascensión de Cristo ha logrado para la humanidad. La expresión simbólica "sentado a la diestra del Padre" significa exactamente esto. No quiere decir que en algún lugar en el universo creado, el ser corporal Jesús está sentado sobre un trono material.
La Carta (Epístola) a los Hebreos habla de la Ascensión de Cristo tomando el símbolo del Templo de Jerusalén. Tal como los sumo sacerdotes de Israel entraban al "Santo de los Santos" para ofrecer sacrificios a Dios en nombre de ellos mismos y del pueblo, así también Cristo, el Único Eterno y Perfecto Sumo sacerdote se ofrece Él mismo a Dios sobre la cruz como el Único Sacrificio Perfecto y Eterno, no por Él, sino por toda la humanidad pecadora. Como hombre, Cristo entra (una vez y para siempre) al Único, Eterno y Perfecto Santo de los Santos: la misma "Presencia de Dios en los Cielos".
Tenemos un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios..."
(Hebreos 4, 14).

"Porque tal sumo sacerdote nos convenía; santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho mas sublime que los cielos; que no tiene necesidad cada día como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a si mismo. Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, Ministro del Santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre".
(Hebreos 7, 26 al 27; 8, 1 al 2).

"... Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies".
(Hebreos 10, 11 al 12) (Salmo 110, 1).

Así se entiende la Ascensión como la primera entrada del hombre a aquella glorificación divina para la cual originalmente fue creado. Esta entrada se hace posible por la exaltación del Hijo Divino quien se anonadó a Sí mismo en cuerpo humano como un perfecto ofrecimiento de sí a Dios.

JUICIO

Y vendrá de nuevo para juzgar a los vivos y a los muertos

"Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo" (Hechos 1, 11).
Estas palabras de los ángeles fueron dirigidas a los Apóstoles en la Ascensión del Señor. Cristo vendrá de nuevo en gloria, "sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan". (Hebreos 9, 28).

" Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con El Señor".

(I Tesalonicenses 4, 16-17; lectura de la Epístola del Oficio Ortodoxo del Funeral).
La venida del Señor al final de los siglos será el Día del Juicio, el Día del Señor, predicho en el Antiguo Testamento y anunciado por Jesús Mismo. (Daniel 7; Mateo 24). No fue predicho el momento exacto del final, ni aun por Jesús, para que los hombres siempre estuvieran preparados en vigilia constante y buenas obras.
La misma presencia de Cristo como la Verdad y la Luz es el juicio del mundo. En este sentido todos los hombres y el mundo entero ya están juzgados, o, mejor dicho,  ya viven en la plena presencia de aquella realidad -Cristo y Sus Obras- por las cuales serán juzgados sin apelación. Con Cristo ya revelado, no puede haber ninguna excusa ni para la ignorancia ni para el pecado. (Juan 9, 39).
Ahora debemos notar que en este juicio final habrá los que estarán ubicados "a la izquierda" y que irán "al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles". (Mateo 25, 41; Apocalipsis 20). Que esto sea así, no es culpa de Dios por ningún motivo. Es culpa solamente de los hombres, pues "según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo", dice el Señor. (Juan 5, 30).

Dios no se goza con "la muerte del impío".
(Ezequiel 18, 23)
El "quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad". (I Timoteo 2, 4). Hace todo lo que de Él depende para que la salvación y la vida eterna estén al alcance de todos. No hay nada mas que Dios pueda hacer. Ahora todo depende del hombre. Si algunos hombres rechazan el don de la vida en comunión con Dios, el Señor solo puede honrar este rechazo el don de la vida en comunión con Dios, el Señor solo puede aceptar este rechazo y respetar la libertad de Sus criaturas, libertad que Él Mismo les ha otorgado y no se las quitará. Dios permite a los hombres vivir "con el diablo y sus ángeles" si así lo desean. Aun en este sentido Dios es cariñoso y justo. Pues si la presencia de Dios como el "fuego consumidor" (Hebreos 12, 29) y la "luz inaccesible" (I Timoteo 6, 16) que alegra a los que le aman, solo produce odio y desesperanza en los que no "aman Su venida" (II Timoteo 4, 8), no hay absolutamente nada que Dios pueda hacer excepto destruir completamente Sus criaturas endurecidas en el pecado, o destruirse a Si Mismo. Pero Dios continuará existiendo y permitirá que Sus criaturas existan. Mas no esconderá su rostro para siempre.

La doctrina del infierno eterno, por lo tanto, no significa que Dios activamente tortura a las personas por algunos medios perversos y odiosos. No significa que Dios se alegra en el castigo y dolor de Su pueblo que El ama. Ni tampoco quiere decir que Dios "se separa" de Su pueblo, causándole así angustia en esta separación (pues ciertamente si las personas odiaran a Dios, la separación sería bienvenida, y no aborrecida). Sino mas bien significa que Dios permite que todas las personas, santos y pecadores por igual, existan para siempre. Todos son resucitados de la muerte a la vida eterna: "los que hicieron el bien, saldrán a resurrección de vida". (Juan 5, 29). En el Final, Dios será "todo en todos" (I Corintios 15, 28). Para los que aman a Dios será un paraíso. Para los que le aborrezcan, la resurrección de la muerte y la presencia de Dios será un infierno. Esta es la enseñanza de los Padres de la Iglesia.
"Ha brotado una luz para los justos, y su compañera es alegría gozosa. Y la luz de los justos es eterna...
Que evitemos solo a una luz - a aquella luz que es la del fuego doloroso.
Pues conozco un fuego purificador que Cristo vino para traer sobre la tierra, y Él Mismo es llamado un fuego. Este Fuego quita todo lo que es material y de maldad; y este fuego Él desea encender con toda rapidez...
Conozco también un fuego que no es purificador, sino vengador... que Él vierte sobre todos los pecadores... el cual está listo para enfrentar al diablo y sus ángeles... el cual procede del Rostro del Señor y quemará a Sus enemigos alrededor... el fuego inagotable que... es eterno para los malos. Pues todos estos pertenecen al poder destructor, aunque algunos puedan preferir aun en este aspecto tomar una visión mas misericordiosa de este fuego, como es digno de aquel que castiga".
San Gregorio el Teólogo

"... los que se encuentran en la Gehenna serán castigados con el azote de amor. ¡Cuan cruel y amargo seria este tormento del amor!. Pues los que entienden que han pecado contra el amor padecen sufrimientos mas grandes que los producidos por las torturas mas terribles. La tristeza que posea al corazón que ha pecado contra el amor es mas penetrante que cualquier otro dolor. No es correcto decir que los pecadores que están en el infierno son desprovistos del amor de Dios... Mas el amor actúa de dos diferentes maneras, como sufrimientos para los condenados, y regocijo para los benditos".

San Isaac de Siria.

Así, el juicio final del hombre y su destino eterno depende únicamente en que si el hombre ama a Dios y su prójimo o no. Depende de si el hombre ama la luz mas que la oscuridad - o ama la oscuridad mas que la luz. Depende, podríamos decir, de si el hombre ama el Amor y la Luz Misma o no; si el hombre ama la Vida o no - que es Dios Mismo; el Dios revelado en la creación, en todas las cosas, en "los mas pequeños de los hermanos".
Los procedimientos del juicio final ya se conocen. Cristo Mismo las ha dado con absoluta claridad
"Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de El todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos les responderán diciendo: Señor, ¿cuando te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber?. Y ¿cuando te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos?. O ¿cuando te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?. Y respondiendo el Rey les dirá: De acuerdo os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos mas pequeños, a mi lo hicisteis. Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de íi, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuando te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?. Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos mas pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. E irán estos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna".
(Mateo 25, 31 al 46; Lectura del Evangelio para el Domingo del Juicio Final.)

Es Cristo quien juzgará, no Dios el Padre. Cristo ha recibido el poder del juicio pues Él es "el Hijo del Hombre". (Juan 5, 27).

Así entonces, el hombre y el mundo no son juzgados por Dios "sentado en una nube", por así decir, sino por Aquel que es verdaderamente hombre, Aquel que ha sufrido cada tentación de este mundo y ha salido victorioso. El mundo es juzgado por Aquel que tuvo hambre, que tuvo sed, que fue extranjero, que estuvo desnudo, encarcelado, y herido, pero que, no obstante, era la salvación de todos. Por la crucifixión, Cristo ha adquirido la autoridad para juzgar pues solamente Él ha sido el siervo perfectamente sumiso del Padre y Quien conoce las profundidades de la tragedia humana por su propia experiencia.

"El cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo... pero gloria, honra y paz a todo el que hace lo bueno..., porque no hay acepción de personas para con Dios. Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados; porque no son los oidores de la Ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados".
Romanos 2, 6 al 13

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