Saturday, February 4, 2017

Sobre la fe. ( Archimandrita Cleopa Ilie )

Es importante saber que no toda creencia en Dios es buena. Por ejemplo, veamos qué dice el apóstol Pablo: “Repréndelos con firmeza para mantenerlos en una fe sana”
(Tito 1, 13). Puede que alguien crea en Dios y esa convicción no le sea útil, si no cree en la forma que lo hace la Iglesia, es decir, la fe ortodoxa verdadera. Porque también los demonios creen en Dios. Por esto, dice el apóstol Santiago “¿Tú crees que hay un solo Dios? Pues muy bien, pero eso lo creen también los demonios y tiemblan” (Santiago 2, 19). Pero, ¿Para qué les sirve a ellos esa creencia, si no hacen la voluntad de Dios? El primer tipo de fe es la fe correcta, es decir, ortodoxa, única que obra y salva.
Luego, está la fe cismática. Este tipo de fe es la de los católicos. “Iglesia Católica” significa “Iglesia universal”, pero dejó de ser correcta, es decir, “ortodoxa”, porque han ido cambiando algunos de los dogmas establecidos por los Santos Apóstoles y los Santos Padres en los siete Sínodos ecuménicos. Por este motivo, se separaron de la fe y del credo ortodoxo y creen en el Papa.
Luego está la fe herética. También los sectarios creen, pero su fe es herética. Si alguien “retuerce” la fe ortodoxa, ésta deja de ser correcta y no es agradable a Dios. Porque el apóstol Pablo dice: “Que la paz y la misericordia acompañen a los que viven según esta regla”
(Gálatas 6, 16), es decir, la fe correcta, “y sobre todos aquellos elegidos por Dios”- Y, nuevamente dice “Pelea el buen combate de la fe…”
 (I Timoteo 6, 16); “Soporta las dificultades como un buen soldado de Jesucristo (…) porque quien no lucha según lo establecido, no será premiado” (II Timoteo 2, 3-5). Así, es una lucha y una fe que trabaja, cuando se hace según lo que ordena Dios. Esta es la fe correcta. Y cuando la fe no es correcta, es una convicción herética, cismática o retorcida, es decir, en perjuicio de la verdadera fe ortodoxa.
Los protestantes dicen “sola fide”, es decir salvación únicamente a través de la fe: el hombre se salva sólo con la fe, sin obras, dicen ellos. Pero, ¿No dice el apóstol Santiago que la fe sin obras está muerta, así como las obras sin fe? Entonces, la fe que no está unida a hechos buenos no salva; porque también los demonios creen, pero no hacen la voluntad de Dios.
Nuevamente, el apóstol Pablo dice que ésa fe es la que salva, la que trabaja a través del amor. Fe a través del conocimiento tienen también los demonios, pero fe que trabaja tienen únicamente los cristianos. Insisto, la fe que trabaja a través del amor, es la única que puede salvar al hombre.
Así que no se confundan con las ideas de los sectarios, que vienen del seno del Protestantismo, que dice que únicamente la fe
(“sola fide”)
es suficiente para la salvación. O “sola gratia”, es decir, la salvación por la “gracia”. Eso no es cierto. Es cierto que el apóstol dijo “en gracia sois salvados” (Efesios 2, 8). Sí, pero el mismo apóstol que dijo eso, también afirmó que “Todos hemos de comparecer ante el tribunal de Cristo, para recibir cada uno lo que ha merecido en la vida presente por sus obras buenas o malas”
(II Corintios 5, 10; ver también Apocalipsis 20, 12).
¿Han Observado que se Piden obras?
También el Salvador dice en el Evangelio que “Sepan que el Hijo del Hombre vendrá con la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces recompensará a cada uno según su conducta”
 (Mateo 16: 27, 19, 28); asimismo, dice el Salmo 61: “Que eres Tú quien retribuye a cada cual según sus obras”. Cada obra buena o mala será tomada en cuenta por Dios en el juicio particular. En muchas partes de la Escritura se encuentra exactamente lo mismo. Es decir, únicamente la fe correcta salva, si está unida a los hechos Veamos qué dice el apóstol Santiago: “Si un hermano o una hermana no tienen con qué vestirse ni qué comer, y ustedes le dicen, ‘Que les vaya bien, caliéntense y aliméntense’, sin darles lo necesario para el cuerpo, ¿de qué les sirve eso?”
(Santiago 2, 15-16). Incluso Dios podría ayudarles sin necesidad de enviarles a ti. Pero te los envía parar conocer cuánto amor tienes, para ver tu fe, para ver si tú los quieres ayudar, alimentarlos o recibir algún extraño en tu casa y hospedarlo. Luego, la fe que no te hace sentir el dolor de tu prójimo, es una fe yerma, inútil y no te lleva a la salvación porque la fe sin obras está muerta. La fe mosaica es la del pueblo hebreo recibida a través de Moisés. Ellos no creen en Jesucristo, Salvador y Redentor, rechazando la Nueva Ley traída por Él y por eso rechazan también a los cristianos.
La fe pagana es la de aquellos que no creen en el verdadero Dios, sino que adoran a deidades extrañas. ¿Qué dice el salmista David? “Porque todos los dioses del mundo son ídolos”
(Salmo 95, 5). Y, otra vez, “los ídolos paganos son plata y oro, objetos hechos por las manos del hombre; no tienen boca ni hablarán…” (Salmo 134, 15-17)
y otros. La fe cristiana puede también ser supersticiosa y otras veces fanática. Las personas que creen en brujos, en encantos, en sueños y otras cosas así, son supersticiosos y tienen una fe enferma o dañada.
La fe fanática es la que odia a los demás en el nombre de Dios. Tiene un gran ímpetu en todo: en el ayuno, en los trabajos, en la caridad, en el abandono de sí mismo, en inclinaciones, pero no tiene una justa medida en lo que hace. El fanatismo se parece a un hombre que llena un camión de muchos bienes y al final del camino se aproxima a un punto en el que no podrá frenar. Cuando llega, vuelca. Así es la fe fanática. Es una fe sin equilibrio, sin justa medida.
¡No es así! Toda obra buena debe conducir a la fe correcta en Jesucristo, en su justa medida. La Divina Escritura dice “No tomes el camino derecho, ni el izquierdo. El del medio es el camino al Reino”.
Por el Archimandrita Cleopa Ilie.

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