Wednesday, September 13, 2017

¿Por qué se Necesitó para la Redención de la Gente el Sacrificio en la Cruz de Cristo?

La respuesta a esta pregunta nos dan numerosas sentencias de las Sagradas Escrituras y también la Sagrada Tradición en las personas de muchos Padres ortodoxos y maestros de la Iglesia de los primeros siglos del cristianismo. Con particular fuerza y en forma convincente revela nos esto San Atanasio el Grande Arzobispo de Alejandría, a quien llaman "Padre de la Ortodoxia," y grandes maestros Universales y Santos — Basilio el Grande, Gregorio el Teólogo y Juan Crisóstomo.

Tal como atestigua la Palabra Divina en la persona de nuestro Creador-Señor "La Misericordia y la Verdad se encontraron; la Justicia y la Paz se besaron" (Sal. 84:11).

El Señor es infinitamente justo: Él es el Juez justo, lo que muy claramente atestigua la Palabra Divina: "Que es justo Yahvé y lo justo ama, los rectos contemplarán su rostro" (Sal. 10:7); "tú amas la justicia y odias la impiedad" (Sal. 44:8); "¡Justo eres tú, Yahvé, y rectitud tus juicios!" (Sal. 118:137); "Justicia eterna es tu justicia, verdad tu ley" (Sal. 118:142).

Y he aquí, según la ley incondicional de la Verdad Divina, para el hombre que pecó, en la persona de nuestros ancestros Adán y Eva, fue proclamada la justa sentencia que trajo la expulsión del Paraíso, privación del gozo y alegría de comunión con Dios, lo que para ellos era la maldición, y como consecuencia del pecado — la muerte.

Pero Dios no solo es justo en Su juicio: Él es: "clemente y compasivo, tardo a la cólera y lleno de amor" (Sal. 102:8); Él "es amor" (I Ju. 4:16), tal como enseña esto en forma extensiva y emocionada el discípulo amado de Cristo, San Juan el Teólogo.

¿Cómo se puede hacer coincidir en la obra de la redención del hombre caído lo uno con lo otro — perfecta Justicia y perfecto Amor?

El Sacrificio en la Cruz de Cristo resultó justamente tal coincidencia según la Sabia Todobondadosa e inconcebible para la limitada mente humana Providencia Divina, tal como siempre y en todas partes enseñaba esto la verdadera Iglesia de Cristo, guiada por los testimonios de Sagradas Escrituras e interpretaciones de Sus grandes Padres y Maestros.

Según Su ilimitado e inexpresable amor al hombre, el Señor podía simplemente perdonar al hombre caído, pero ¿dónde estaría entonces Su ilimitada justicia? — Sería entonces vulnerada. Y así en nombre de Su justicia, como la más clara y activa expresión de Su Amor Paterno hacia nosotros, gente caída, Señor Mismo toma sobre Sí el cumplimiento de la justa sentencia y muere en la cruz, después de crueles sufrimientos por nosotros, en la Persona del Amado Hijo Suyo, con el Cual Él, según la enseñanza de la Palabra Divina, es Uno (ver Ju. 10:30: "Yo y el Padre una cosa somos") y "al cual Dios ha propuesto en propiciación por la fe en su sangre, para manifestación de su justicia, atento a haber pasado por alto los pecados" (Rom. 3:25).

La Palabra Divina claramente atestigua que "sin derramamiento de sangre no se hace remisión" (Heb. 9:22) y como la sangre de terneros y cabras en el Antiguo Testamento por sí sola no daba el perdón, — "no puede quitar los pecados" (Heb. 10:4), entonces Cristo-Salvador entró en el santuario no con sangre ajena, como lo hacían los sumo-sacerdotes del Antiguo Testamento, sino con Su Sangre… y adquirió una eterna redención (Heb. 9:12).

Así siempre enseñaban a los cristianos los Santos Apóstoles: "En esto consiste el amor: no que nosotros hayamos amado a Dios, sino que Él nos amó a nosotros, y ha enviado a su Hijo en propiciación por nuestros pecados" (I Ju. 4:10).

"Cristo fue muerto por nuestros pecados, conforme a las Escrituras" (I Cor. 15:3).

Dice San Apóstol Pedro: "habéis sido rescatados no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación" (I Ped. 1:18-19). Aquí es una clara indicación que los sacrificados corderos del Antiguo Testamento eran protoimagenes del Sacrificio en la Cruz de Cristo-Salvador y por eso Él Mismo recibió el nombre del "Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Ju. 1:29) o "del Cordero, el cual fue muerto desde el principio del mundo" (Apoc. 13:8), ya que el sacrificio por los pecados del mundo del Hijo de Dios estaba previsto en el preeterno Concejo Divino desde la creación del mundo.

"Cristo padeció por nosotros… El cual mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros siendo muertos a los pecados, vivamos a la justicia: por la herida del cual habéis sido sanados" (I Ped. 2:21, 24).

"Cristo padeció una vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne" (I Ped. 3:18).

Aclarando el significado del Sacrificio en la Cruz de Cristo, por fin, San Atanasio el Grande dice: "Como se debía, por fin, a toda la gente pagar su deuda (la deuda consistía en que toda la gente era mortal, lo que era la causa de la llegada de Jesucristo a la tierra); por eso Él, habiendo demostrado Su Deidad con Sus acciones, entregó en sacrificio a la muerte por toda la gente el templo de Su Cuerpo. Para que, por un lado, hacer a todos no culpables y libres del viejo delito (o sea del pecado primordial de Adán que pesaba sobre toda la gente), por otro lado, — revelar a Sí Mismo vencedor de la muerte e incorruptibilidad de Su Cuerpo transformar en el comienzo de la resurrección universal… La muerte era imprescindible: era necesaria la muerte por toda la gente, ya que era necesario el pago de la deuda común que pesaba sobre toda la gente. Para esta finalidad el Verbo, inmortal por Su naturaleza, tomó la carne mortal, para a ella como Su carne sacrificar por toda la gente y para sufrir con la carne la muerte por todos. (Sobre la encarnación 20).

De la misma manera como sobre "el pago de la deuda" o "rescate" enseña sobre el Sacrificio de la Cruz de Cristo también San Basilio el Grande.

"Entonces como nadie de los hombres, según la palabra de las Escrituras, podía "redimirse ni pagar a Dios por su rescate" (Sal. 48:8) para lograr la clemencia de Dios, ya que todos eran culpables del pecado, tal precio de redención por las almas de todos apareció la santa y preciosa Sangre de nuestro Señor Jesucristo vertida por ellos. ¿Por qué? Porque Él no era un simple hombre, sino el que sobrepasa por Su ser a los hombres — Dios-hombre, y además por Su parte humana completamente sin pecado, por eso no necesitaba dar a Dios el rescate por la redención de Su Alma y Él Mismo podía dar y dio tal rescate por otros apareciendo según la palabra del Apóstol, "Tal pontífice nos convenía: santo, inocente, limpio, apartado de los pecadores…Que no tiene necesidad cada día, como los otros sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus pecados, y luego por los del pueblo" (Heb. 7:26-27; 9:7) (Interpretación del Salmo 48:8-9).

Y así habla San Gregorio el Teólogo: "Cristo es llamado "liberación" (I Cor. 1:30) como el que libera a nosotros prisioneros del pecado, como el que da a Sí Mismo por nosotros como redención y sacrificio purificador por el universo (Palabra sobre la Teología 4).

"Por cada nuestra deuda está dado Aquel que es más alto que nosotros… Para eso árbol por el árbol y manos por la mano; manos extendidos con coraje, por la mano extendida sin contención; manos clavados por la mano insubordinada; manos que unen en uno los confines del mundo, por la mano que expulsó a Adán. Para eso elevación sobre la cruz por la caída, bilis — por haber saboreado, la corona de espinas por mala gobernación, la muerte por la muerte (Palabra 3).

También San Juan el Crisóstomo subraya que el sacrificio en la Cruz de Cristo-Salvador no era otra cosa que "el pago de la deuda" por los pecados de los hombres:

"Imagínate que a una persona alguien debe diez óbolos y él encarcela al deudor junto con su esposa, hijos y sirvientes; pero llega otro quien no solo paga aquellos diez óbolos, sino además regala diez mil talentos de oro, lleva al prisionero al palacio real, lo sienta en un lugar de honor y colma de honras y distinciones, entonces el que prestó diez óbolos se olvida de ellos.

¡Con nosotros pasó igual! Cristo pagó mucho más de lo que debíamos: Su pago en comparación con la deuda es como el mar sin medida con una gota pequeña. Así, no dudes hombre, viendo tal riqueza de bienes; no tengas curiosidad para saber cómo fue apagado el destello de la muerte y el pecado, cuándo fue vertido un mar de dones de gracia (sobre la epístola a los Romanos charla X, 2).

"¡Para nivelar a los pecados, Él voluntariamente murió! ¿Por qué, sin embargo, se dice "elevó"? Para definir la Cruz, porque sobre ella fue clavado el pecado: con la cruz fueron resueltos los pecados" (Sobre Isaías, cap. 53).

"Vamos a llevar la cruz de Cristo como una corona. Todo lo que se refiere a nosotros se produce por medio de la cruz: si es necesario el renacimiento, aparece la cruz; si estamos alimentados con aquel Misterioso Alimento, o por imposición de las manos elevados a la dignidad eclesiástica, o para algo otro, ¡en todo caso está el símbolo de nuestra victoria! Por eso con particular preocupación la dibujamos en nuestra vivienda, sobre las paredes, puertas, frentes y en la mente. Es — el signo de nuestra salvación y libertad para todos y demostración de la misericordia de nuestro Señor: "como un cordero al degüello era llevado," (Isaías 53:7). Por eso te proteges con el signo de la cruz, piensa en tu mente sobre todo el significado de la cruz, apaga tu ira y también otras pasiones. Cuando haces el signo de la cruz sobre ti, llena tu mente con gran atrevimiento, haz libre tu espíritu. Que sepan, en todo caso, qué es lo que nos da la libertad."

Por eso también Pablo, incitando nos a la libertad a la que tenemos derecho, enseña así, recordando la cruz y la Sangre del Señor: "Por precio sois comprados; no os hagáis siervos de los hombres" (I Cor. 7:23). Piensa, dice, sobre aquel precio que fue pagado por ti y no seas esclavo de ninguna gente. Precio él llama la Sangre vertida sobre la cruz. No simplemente con los dedos se debe tratarla, sino ante todo, con la disposición del corazón con gran fe; y cuando así está marcado sobre tu rostro, ninguno de los impuros demonios quedará cerca de ti viendo la espada con la cual le dieron el golpe, viendo el cuchillo del cual recibió la herida mortal." (Palabra de cómo no hay que avergonzarse de glorificar la Honorable Cruz — Obras, tomo III, pag. 916-917).

"La Cruz es la salvación de la Iglesia. La Cruz es liberación nuestra de los males que nos aprisionaban y el comienzo de los bienes que nos dieron, la cruz — es reconciliación con Dios de sus enemigos y vuelta de los pecadores a Cristo… Con la Cruz estamos liberados de la violencia del diablo y con la cruz estamos liberados de la muerte y perdición. La cruz unió a la gente con los ángeles, haciendo su naturaleza ajena a la corrupción y dándoles la posibilidad de llevar una vida incorrupta. Antes de la Cruz fuimos ajenos al Paraíso, en cambio con la aparición de la cruz el ladrón fue hecho digno del Paraíso.

¡O, gran fuerza de la cruz! Cristo está sobre la cruz — y diablo está muerto; Cristo está clavado sobre la cruz — y toda alma está liberada de lazos" (Palabra para la Elevación — tomo VIII, pag. 804).

Así, ¡en qué está el gran significado del Sacrificio en la Cruz de Cristo para nosotros según la enseñanza de la Palabra Divina y los más grandes Padres de nuestra Iglesia Ortodoxa-Cristiana!

¡Inclinémonos con humildad y veneración ante este gran Misterio de la Redención nuestra del pecado, maldición y muerte, tal como enseña nuestra Santa Iglesia con un amor agradecido a Dios-Salvador nuestro, en profunda conciencia emocionada que en el mundo no hay nada que podría ser comparado con tal amor de Dios hacia nosotros, pecadores caídos, que es unido sabiamente con Su Divina justicia!

¡Gloria, Señor, a Tu honorable Cruz!

Catecismo Ortodoxo 

http://catecismoortodoxo.blogspot.ca/

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