Tuesday, December 13, 2016

Akathisto de la Zarza Ardiente




Bendito sea nuestro Dios ahora y siempre y por los siglos de los siglos.


Si no hay Sacerdote: Por las oraciones de nuestros Santos Padres, oh Señor Jesucristo, Dios Nuestro, Ten piedad de nosotros. Amén.


Gloria a Ti, Dios Nuestro, Gloria a Ti.

Rey del Cielo, Consolador, Espíritu de la Verdad, que estás en todo lugar, y que todo lo llenas, Tesoro de bienes y Dador de la Vida, ven y haz de nosotros tu morada, purifícanos de toda mancha, y salva, Tú que eres bueno, nuestras almas.



Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros


Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros. Señor, purifícanos de nuestros pecados. Maestro, perdona nuestras transgresiones. Santo, visítanos y cura nuestras dolencias, por tu nombre.


Señor, ten piedad, Señor, ten piedad, Señor, ten piedad


Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.


Padre nuestro que estas en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu Majestad, hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo; el pan sobreesencial dánosle hoy, perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos introduzcas en la tentación, mas líbranos del maligno.


Porque tuyo es el reino y el poder y la gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.


Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.



Salmo 50

Ten piedad de mí, oh Dios según Tu gran piedad
y según la multitud de Tus misericordias borra mi iniquidad

Acaba de lavarme de mi injusticia y purifícame de mi pecado.

Porque conozco mi injusticia y mi pecado está siempre ante mí.

Contra Ti solo he pecado y lo malo he hecho ante Ti,

para que seas justificado en Tus palabras

y venzas cuando se Te juzgue.

Pues he aquí, fui concebido en iniquidades

y en pecados me apeteció mi madre.

Pues he aquí, amaste la verdad,

lo desconocido y oculto de Tu sabiduría me manifestaste.

Me rociarás con hisopo y seré purificado,

me lavarás y más que nieve blanquearé.

Me enseñarás alborozo y alegría

y mis huesos humillados se alborozarán.

Aparta Tu faz de mis pecados y borra todas mis iniquidades.

Crea en mí un corazón puro, oh Dios

y un espíritu recto renueva en mis entrañas.

No me arrojes de Tu faz y Tu Espíritu Santo no me quites.

Devuélveme el alborozo de Tu salvación

y afiánzame con Tu Espíritu príncipe.

Enseñaré a los inicuos Tus sendas

y los impíos se convertirán a Ti.

Líbrame de sangres, oh Dios, Dios de mi salvación

y exultará mi lengua en Tu justicia.

Oh Señor, abrirás mis labios y mi boca anunciará Tu alabanza.

Porque si hubieras querido sacrificio Te lo daría.

En holocaustos no Te complacerás.

El sacrificio a Dios es un espíritu contrito,

un corazón contrito y humillado, Dios no despreciará.

Haz bien, Señor, en Tu beneplácito a Sión

y edifíquense los muros de Jerusalén.

Entonces Te complacerás en sacrificio de justicia,

oblación y holocaustos,

entonces ofrecerán becerros sobre Tu altar.


Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,

ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.




Salmo 142


Señor, escucha mi oración, presta oído a mi súplica según tu fidelidad; óyeme por tu justicia, y no entres en juicio con tu siervo, porque ningún viviente es justo delante de Ti. El enemigo persigue mi alma, ha postrado en tierra mi vida; me ha encerrado en las tinieblas, como los ya difuntos. El espíritu ha desfallecido en mí, y mi corazón está helado en mi pecho. Me acuerdo de los días antiguos, medito en todas tus obras, contemplo las hazañas de tus manos, y extiendo hacia Ti las mías; como tierra falta de agua, mi alma tiene sed de Ti. Escúchame pronto, Señor, porque mi espíritu languidece. No quieras esconder de mí tu rostro: sería yo como los que bajaron a la tumba. Hazme sentir al punto tu misericordia, pues en Ti coloco mi confianza. Muéstrame el camino que debo seguir, ya que hacia Ti levanto mi alma. Líbrame de mis enemigos, Señor; a Ti me entrego. Enséñame a hacer tu voluntad, porque Tú eres mi Dios. Tu Espíritu es bueno; guíame, pues, por camino llano. Por tu Nombre, Señor, guarda mi vida; por tu clemencia saca mi alma de la angustia. Y por tu gracia acaba con mis enemigos, y disipa a cuantos atribulan mi alma, porque soy siervo tuyo.


Akathisto de la Zarza Ardiente.


La Zarza ardiente del Éxodo figura a menudo en los textos litúrgicos como imagen o prefiguración de la Madre de Dios. Entre 1943 y 1956, el círculo de la Zarza ardiente estaba compuesto de rumanos fervientes que se reunían para orar y discutían alrededor del tema del rol de la espiritualidad en la sociedad rumana, especialmente en los ámbitos intelectuales y literarios. El acatistos a la Zarza ardiente fue compuesto por el padre Daniel (El Poeta Sandu Tudor), monje del monasterio de Todos los Santos (Conocido como “Monasterio de Antim”) de Bucarest.

Kontakion 1

¿Quién es ésta, pura y blanca como el alba? Es la Reina de la oración y su encarnación, princesa de toda la nobleza y soberana alma de la mañana, novia del Consolador que transfigura la vida. Hacia ti nosotros corremos, ardiendo y consumidos por el deseo. Concédenos acceder a la santa montaña del Tabor, y sé para nosotros también sombra y rocío, tú a quien la gracia cubre con su sombra, para que nuestra naturaleza obtenga a su momento ser renovada por un engendramiento carismático y que, todos juntos, con la creación entera, exclamemos profundamente inclinados:

¡Alégrate, Esposa y Madre de la Cración Continua!


Ikos 1
Virgen del Eón sin ocaso, santa Madre de la Luz, escúchanos a nosotros esclavos del pecado, hijos indignos del fango. Dulcísima, buenísima y santísima Virgen, llave del Señor Jesús, libéranos de los cerrojos de la maldición, ábrenos el camino hacia lo alto, para que recibida la revelación tan deseada, el secreto del Esposo amado, te podamos cantar nosotros también, como Moisés que, quitándose sus sandalias, el rostro volvió hacia la llama de la zarza, ardiente de gracia, y exclamó en el anochecer:

Alégrate, tallo luminoso de la zarza que no se consume;
Alégrate, rocío cristiano por el que Dios ha germinado en el mundo.
Alégrate, huella ardiente de un fuego que viene de más allá de los cielos.
Alégrate, lágrima que derrite el hielo interior.
Alégrate, bastón florecido del peregrino que camina hacia el lugar del corazón.
Alégrate, chorro de agua fresca que brota en el desierto interior.
Alégrate, sello ardiente impreso en las profundidades del alma.
Alégrate, octavo día del reino que está dentro de nosotros.
Alégrate, tradición de la alegría venidera.
Alégrate, maravillas recibidas en la admiración del espíritu.

¡Alégrate, Esposa, Madre de la Oración Continua!

Kontakion 2
¿Cómo alcanzar la paz de los pensamientos, Virgen Madre, Virgen Santísima? ¿Cómo esquivar el asalto de las pasiones, las tentaciones tan numerosas que nos rodean? Otórganos la ciencia misteriosa tan deseada, la sabia maestría en el arte espiritual, para que venzamos nuestra naturaleza cautiva y accedamos a la alegría de la paz del alma. Entonces, arrebatados por la oración en la invocación luminosa, nosotros también cantaremos una alabanza sincera y perfecta, un elogio verdadero y sálmico:


Ikos 2
Flor ardiente por la llama que no consume, oh Theotokos, imagen de paz vislumbrada en el fuego, aureola de un orbe inmenso de frescura, ven a nosotros, ayúdanos a encontrar, bajo tu dulce conducto, la larga respiración del pecho de la paloma de plata que sostenía su vuelo sereno y a la que el Rey-Profeta veía planear por encima de las cimas de Basán. Así todos juntos cantaremos unidos a los coros angélicos y entonaremos esta antífona:

Alégrate, paso de danza hesicasta, por cuyo vuelo es suscitada la bendición
Alégrate, alma que reposa en una respiración mesurada.
Alégrate, rueda que se eleva movida por la paloma del Espíritu.
Alégrate, paz establecida en el espacio interior.
Alégrate, ascensión más allá de los tiempos, apoyada sobre las alas del águila
Alégrate, eternidad detenida en el interior de un instante.
Alégrate velo inmenso desplegado para la navegación celestial.
Alégrate, aspiración del cielo que perfecciona el espíritu.
Alégrate, murmullo silencioso como un susurro de agua viva.
Alégrate, fruto exquisito dado por la Filocalia.

¡Alégrate, Esposa, Madre de la Oración Continua!

Kontakion 3
Más allá de los siglos, oh Virgen, yo escucho hablar de ti por la boca de Isaías, el profeta de las brasas ardientes, y en el cielo de la Escritura, de todas las alturas de la gracia, resuena esta palabra que fue proclamada para ti: Un niño nos ha nacido, un Hijo nos ha sido dado; el signo de la dominación está sobre su hombro, se le ha dado este nombre: Admirable, Ángel del gran Consuelo, Dios fuerte, Príncipe de la Paz, Padre de los siglos venideros. Tal es su Nombre, el Nombre de las cinco advocaciones, el santo Nombre del Señor, que Jesús traerá. Tierra, escucha y permaneced atenta, mientras todos nosotros gritamos: ¡Aleluya, Aleluya, Aleluya!

Ikos 3

Es una Madre virgen para siempre en la que se ha encarnado aquel que guardado intacta la naturaleza corporal de la zarza ardiente. El Nombre del Señor de la gloria se ha hecho palabra pronunciada. Dios el invisible, aquel que se había mostrado enigmáticamente en el corazón del fuego, el rostro de la belleza celestial, la imagen infinita, se ha ceñido a sí mismo, ha aceptado ser medido a nuestra medida, y el inefable se ha verdaderamente manifestado entre nosotros, como un humilde vencedor montado sobre una pequeña asna. Gustad, vosotros también, los poderes ocultos en el Nombre de luz, y vosotros pasaréis de la muerte a la vida, deificados en todo vuestro ser. Y todos entonces cantaremos con una voz clara y segura:

Alégrate, condescendencia por la cual Dios nos concede contenerlo a nosotros también.
Alégrate, fuerza por la cual también nosotros caminamos con Jesús sobre las aguas.
Alégrate, misericordia en la cual Cristo nos es dado.
Alégrate, quietud interior donde se cumple la venida de aquel cuyo Nombre es Amén.
Alégrate, ocio íntimo en el cual el Logos por nosotros mismos es escuchado.
Alégrate, reconciliación por la cual nosotros accedemos a lo más secreto de nuestro ser.
Alégrate, dulzura que nos hace hermanos del Emanuel.
Alégrate, silencio en el cual la pulsación del Espíritu se une a nuestra sangre.
Alégrate, soledad en la cual el cielo del corazón repentinamente se despliega en nosotros.
Alégrate, transparencia que permite al ángel despuntar en los cuerpos.
Alégrate, pureza que atrae la venida del Rey de la gloria al mundo.

¡Alégrate, Esposa, Madre de la Oración Continua!

Kontakion 4
El Señor es amor eterno y su Nombre también es Amor. Venid, dejémonos impregnar de Dios, profundamente, con todo el impulso del amor. Tú, Virgen santa, tú lo has llevado. También a nosotros recuérdanos que lo llevamos, que vivimos y nos movemos en el Dios viviente. En todo lugar, haznos conscientes de estar con Él, y que por su virtud crece nuestra virtud, si a cada respiración nosotros invocamos el Nombre del Señor. Entonces clamaremos como un solo ser celebrando: ¡Aleluya!

Ikos 4

Enséñanos tú, oh Virgen, el misterio de la constancia en la oración, y la fuerza de la invocación humilde y discreta. El agua fluye por su naturaleza, y la piedra por su naturaleza es muy dura, pero el perpetuo fluir del agua puede perforar la dureza de la piedra. Dígnate, oh Virgen, a ayudarnos por tu misericordia a que triunfe la gota de la gracia sobre nuestro gran endurecimiento, y nosotros te cantaremos esta doxología:

Alégrate, audacia tan delicada en la repetición del santo Nombre.
Alégrate, fuente de agua viva que fluye sin tregua.
Alégrate, cetro tallado en la piedra blanca del Señor.
Alégrate, dulce panal del cual la miel es Cristo, el Hijo del hombre.
Alégrate, don concedido a mi espíritu por mi Cristo.
Alégrate, comunión perfecta en el misterio de la Encarnación
Alégrate, efusión de gracia que nos viene del Hijo de Dios.
Alégrate, rosario viviente del Kyrie eleison.
Alégrate, impulso celestial que me arrastra a mí pecador.
Alégrate, abundancia del recuerdo de Dios.
Alégrate, repetición carismática de una invocación admirable.

¡Alégrate, Esposa, Madre de la Oración Continua!


Kontakion 5

Virgen santa, delante de ti siempre quedarán confundidos los pensadores y los sabios de este mundo, ya que tú eres el sello de la incorruptible Sabiduría, puerta cerrada a los que prevalecen en su inteligencia, paraíso viviente digno de las maravillas de Dios. Tú nos muestra que la vida no nos ha sido dada para que nosotros le demos un sentido a nuestra manera. Nosotros no estamos llamados solamente a la nobleza de existir, la vida verdadera está más allá de nuestros conceptos y de nuestras categorías; más allá del espacio y del flujo de los instantes. Ella es el espejo de este cielo de fuego dentro de nosotros del que la bóveda está tendida sobre los abismos de nuestro corazón y de nuestro actuar. Ella pertenece al Verbo, y Él quiere que ella se abra a su Encarnación, y que ella resuene en un eterno: ¡Aleluya!

Ikos 5
Santísima Virgen Madre, tú eres en verdad la sobriedad, la voluntad recogida en la claridad del espíritu, el ojo interior abierto ampliamente sobre el círculo del horizonte divino. Tú eres el corazón donde reina victoriosa la transparencia de la pureza, la gran vigilia del alma siempre dispuesta a acoger el misterio de Dios. Pero tu sobriedad contiene también la delicada confianza de un niño, la santa simplicidad que mira sin turbación tu corazón apacible y ante la cual lo maravilloso nos sorprende, mientras que nosotros nos inclinamos cantando con todo lo que tiene soplo de vida:

Alégrate, lugar donde se unen en cruz el fervor del espíritu y su sobriedad.
Alégrate, eje del cielo y estrella de la mañana, anunciadora de los misterios en el fondo del alma.
Alégrate, freno que vence el pululamiento de los pensamientos y de su vano tumulto.
Alégrate, espejo donde se refleja Aquel que está más allá de la carne.
Alégrate, castillo muy interior de mi alma.
Alégrate, laúd del corazón que resuena bajo el arco del Espíritu.
Alégrate, canto que brota de las cinco cuerdas siempre vibrantes del santo Nombre.
Alégrate, música inefable del segundo nacimiento.
Alégrate, fiesta silenciosa de la gnosis perfecta que nos desposa al Nombre de la Sabiduría.

¡Alégrate, Esposa, Madre de la Oración Continua!

Kontakion 6

Virgen Santísima, Madre no desposada, tú eres el único corazón donde sin desfallecer el Nombre de gloria se canta en toda su plenitud viviente y verdadera. Es para nuestra gran maravilla, oh Purísima, ya que en ti única e incomparablemente, el corazón del hombre y el corazón de Dios han latido y laten sin fin al unísono, y la oración, como un movimiento de reloj, miden a la vez tu contemplación y el cielo, modelando tu corazón sobre los misterios de amor de Dios. Oh carro de luz sin crespúsculo, elévanos, a nosotros también, hacia la sabiduría bendita del corazón, para que hechos mejores y dignos te cantemos, presentándonos ante ti como una Iglesia viviente, una aclamación ortodoxa: ¡Aleluya!

Ikos 6
Madre de Dios, corazón de luz; Madre de Dios, corazón del mundo; Madre de Dios, corazón purísimo; Madre de Dios, corazón del Verbo, hacia ti venimos, llenos de vergüenza y con el alma desfallecida, el cuerpo inclinado y dobladas las rodillas, ya que por consecuencia de nuestra ignorancia, nuestro corazón se ha grandemente oscurecido, el Señor nos ha dejado vagar por los caminos de nuestro espíritu, pero ahora, hemos venido hacia ti, Madre de Jesús, acógenos, como almas sedientas de las alegrías de la mañana sin ocaso, y dígnate renovar en nosotros un corazón puro, para que nosotros te cantemos:

Alégrate, arca de la alianza de mi alma.
Alégrate, cofre sellado que contiene el Nombre de Dios.
Alégrate, navío viviente que navega sobre los misterios de la creación.
Alégrate, cesta a la que no contamina ninguna de las vanidades del mundo.
Alégrate, trono donde la Vida misma reposa.
Alégrate, resonancia viviente donde canta un rayo de la luz increada.
Alégrate, tesoro interior donde están contenidas todas las riquezas de la gracia.
Alégrate, tabernáculo místico ubicado sobre el santísimo altar.
Alégrate, templo celestial del cual el Espíritu es el liturgo.
Alégrate, cinta de fuego en nuestro pecho.
Alégrate, Iglesia toda ardiente del deseo de desposarse con Cristo.

¡Alégrate, Esposa, Madre de la Oración Continua!

Kontakion 7
Esposa santísima, gloriosa y resplandeciente, y proclamada bienaventurada, Reina de todos los cielos, tú tienes a los apóstoles por cortejo, a los ángeles como heraldos y mensajeros, a los evangelistas por cronistas e historiadores, una corte numerosa y noble, como tú, divinamente luminosa, dulce, acogedora y maravillosamente engalanada. Pero, cómo proclamarte cánticos sagrados, si tú eres también terrible, como un ejército formado en batalla, ya que tú eres brillante, serena e sin compromisos, como una espada afilada. Tú eres guardiana y protectora de todas las cosas santas, de todas las gracias y de todos los misterios contenidos en los dones de Dios, de los ritos, de los signos y de las palabras sagradas. Para las bodas del Esposo soberano, una pureza total es necesaria, toda inmodestia de los ojos o de la vestimenta es desterrada. Que ninguno de los que no han sido iniciados en los misterios no ose pues poner la mano allí: ¿quién dejaría a los puercos alimentarse de perlas o a los perros comer en vasos sagrados? Pero sólo el Espíritu puede introducirnos allí y hacer que los recibamos dignamente. Venid, pues, reconciliados y puros, y juntos cantaremos, para expresar nuestro gozo perfecto: ¡Aleluya!

Ikos 7

Madre de Dios, Madre buenísima del mundo, guardiana de la tradición del Verbo, tú posees en la Jerusalén celestial, en sus lugares más silenciosos, un santo y gran monasterio invisible, donde residen, como tus servidores presurosos, todos los que con un verdadero celo han renunciado a sí mismos: ascetas, monjes y ermitaños, anacoretas, hesicastas y padres espirituales y quien mantiene los tesoros de bendición: la sobriedad, la firmeza del alma, el consejo del padre espiritual, todas las cosas que purifican, enderezan y aclaran al alma, y que participan de tu pureza y de tus misericordias infinitas. Juntos, ellos forman la doctrina secreta, la herencia de los santos, puestas al alcance de nuestra mano en los escritos, en las palabras y en todos los textos de los santos Padres. Por todo esto nunca sabremos como dignamente alabarte, honrarte y glorificarte, si no cantándote así:

Alégrate, púrpura imperial de la alegría del Amén.
Alégrate, plenitud de la gracia que se escurre como una lágrima del espino.
Alégrate, raíz pascual de las nuevas alegrías.
Alégrate, paz universal establecida dentro de nosotros.
Alégrate, paraíso que irriga todas las aguas del cielo.
Alégrate, claro esplendor de la mirada de los niños.
Alégrate, rosa empañada del rocío de los misterios.
Alégrate, alma a quien las lágrimas de luz tejen un vestido.
Alégrate, zafiro celestial caído en nuestro corazón como una gota de rocío.
Alégrate, anunciadora de la quietud sabática.
Alégrate, poesía eterna que se canta en el silencio del alma maravillada frente al misterio.


¡Alégrate, Esposa, Madre de la Oración Continua!

Kontakion 8

Señor Jesucristo, mi dulce Señor, hacia ti inclino mi frente, y como el apóstol Tomás pongo la mano sobre el santo lugar. Recogido, teniendo los ojos cerrados del espíritu, sin palabras, como el ciego yo espero, inclinado sobre el abismo que en mí es repentina y enteramente iluminado, bajo el resplandor del sol interior. Pero como la noche oscura de mis pecados no me permite aún percibirte, yo tanteo con una mano indecisa, con el dedo de la esperanza, de la fe, del presentimiento, del deseo y de la duda, y si esto no basta tantearé también con la otra mano. Pero mi corazón, traspasado por un rayo ardiente, dolorosamente y sin embargo con dulzura, murmura tu invocación. Al ritmo de la respiración y sin esfuerzo, la pulsación de la oración sorda hacia la luz, exclama: ¡Aleluya!

Ikos 8
Madre del Señor, Señora del Misterio, Señora de la Esperanza, vestida del zafiro de las noches, Señora con las tres estrellas sobre tu manto, y santa ancla de nuestras aspiraciones, estoy aquí de nuevo ante ti, disipado por el tumulto del mundo y esclavos de mis pensamientos. Después de haber recibido el consejo de mi padre espiritual y su bendición, yo había entrado en el camino de mi salvación, provisto de la santa decisión de esforzarme en orar sin cesar. Pero mis pensamientos, ídolos de tierra, no me dejan el tiempo para establecerme en estado de oración, en el lugar de Dios, allí, en el fondo de mi corazón hacia el cual yo tiendo. Ayúdame tú, mi Protectora, a consolidarme en la invocación incesante, ayúdame, y yo te cantaré:

Alégrate, Madre del Señor, encarnación de la Sabiduría.
Alégrate, fuerza de la virginidad, verdadera alma del mundo.
Alégrate, cuerpo santificado, lugar que contiene a Dios.
Alégrate, santos de los santos, lugar misterioso en el centro de los corazones
Alégrate, tesoro espiritual encerrado en el espíritu de los humildes
Alégrate, don asegurado de todas las virtudes inefables.
Alégrate, incensario de oro de donde se elevan sin cesar oraciones puras.
Alégrate, unión en un mismo pensamiento de todas las Iglesias reconciliadas.
Alégrate, relámpago que ilumina las almas de los fieles.
Alégrate, tú que no cesas de ayudar incluso a los que están endurecidos en el pecado.
Alégrate, manto protector que recubres nuestras debilidades.

¡Alégrate, Esposa, Madre de la Oración Continua!

Kontakion 9
(3 veces)
Oh Madre de Dios, siempre purísima, que nuestra oración te sea agradable y su efusión perpetua como nueve laúdes y nueve copas, y que al lado de la Trinidad santa, término de nuestra alegría que se eleva, llevadas sobre tus manos hacia Cristo Esposo como un perfume muy dulce, su ofrenda sea admitida, para que todos juntos y con todos los cielos, seamos hechos dignos de cantar un inmenso y eterno: ¡Aleluya!





Oh Madre de Dios, siempre purísima, que nuestra oración te sea agradable y su efusión perpetua como nueve laúdes y nueve copas, y que al lado de la Trinidad santa, término de nuestra alegría que se eleva, llevadas sobre tus manos hacia Cristo Esposo como un perfume muy dulce, su ofrenda sea admitida, para que todos juntos y con todos los cielos, seamos hechos dignos de cantar un inmenso y eterno: ¡Aleluya!





Oh Madre de Dios, siempre purísima, que nuestra oración te sea agradable y su efusión perpetua como nueve laúdes y nueve copas, y que al lado de la Trinidad santa, término de nuestra alegría que se eleva, llevadas sobre tus manos hacia Cristo Esposo como un perfume muy dulce, su ofrenda sea admitida, para que todos juntos y con todos los cielos, seamos hechos dignos de cantar un inmenso y eterno: ¡Aleluya!

Ikos 1
Virgen del Eón sin ocaso, santa Madre de la Luz, escúchanos a nosotros esclavos del pecado, hijos indignos del fango. Dulcísima, buenísima y santísima Virgen, llave del Señor Jesús, libéranos de los cerrojos de la maldición, ábrenos el camino hacia lo alto, para que recibida la revelación tan deseada, el secreto del Esposo amado, te podamos cantar nosotros también, como Moisés que, quitándose sus sandalias, el rostro volvió hacia la llama de la zarza, ardiente de gracia, y exclamó en el anochecer:

Alégrate, tallo luminoso de la zarza que no se consume;
Alégrate, rocío cristiano por el que Dios ha germinado en el mundo.
Alégrate, huella ardiente de un fuego que viene de más allá de los cielos.
Alégrate, lágrima que derrite el hielo interior.
Alégrate, bastón florecido del peregrino que camina hacia el lugar del corazón.
Alégrate, chorro de agua fresca que brota en el desierto interior.
Alégrate, sello ardiente impreso en las profundidades del alma.
Alégrate, octavo día del reino que está dentro de nosotros.
Alégrate, tradición de la alegría venidera.
Alégrate, maravillas recibidas en la admiración del espíritu.

¡Alégrate, Esposa, Madre de la Oración Continua!


Kontakion 1


¿Quién es ésta, pura y blanca como el alba? Es la Reina de la oración y su encarnación, princesa de toda la nobleza y soberana alma de la mañana, novia del Consolador que transfigura la vida. Hacia ti nosotros corremos, ardiendo y consumidos por el deseo. Concédenos acceder a la santa montaña del Tabor, y sé para nosotros también sombra y rocío, tú a quien la gracia cubre con su sombra, para que nuestra naturaleza obtenga a su momento ser renovada por un engendramiento carismático y que, todos juntos, con la creación entera, exclamemos profundamente inclinados:

¡Alégrate, Esposa y Madre de la Cración Continua!


Por las oraciones de nuestros Santos Padres, oh Señor Jesucristo, Dios Nuestro, Ten piedad de nosotros. Amén.




Catecismo Ortodoxo
http://catecismoortodoxo.blogspot.ca/

Akathistos de la Pasion de Nuestro Señor Jesucristo




Bendito sea nuestro Dios ahora y siempre y por los siglos de los siglos.

Si no hay Sacerdote: Por las oraciones de nuestros Santos Padres, oh Señor Jesucristo, Dios Nuestro, Ten piedad de nosotros. Amén.


Gloria a Ti, Dios Nuestro, Gloria a Ti.

Rey del Cielo, Consolador, Espíritu de la Verdad, que estás en todo lugar, y que todo lo llenas, Tesoro de bienes y Dador de la Vida, ven y haz de nosotros tu morada, purifícanos de toda mancha, y salva, Tú que eres bueno, nuestras almas.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros


Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros. Señor, purifícanos de nuestros pecados. Maestro, perdona nuestras transgresiones. Santo, visítanos y cura nuestras dolencias, por tu nombre.

Señor, ten piedad, Señor, ten piedad, Señor, ten piedad



Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,

ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.



Padre nuestro que estas en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu Majestad, hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo; el pan sobreesencial dánosle hoy, perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos introduzcas en la tentación, mas líbranos del maligno.


Porque tuyo es el reino y el poder y la gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.


Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.



Salmo 50

Ten piedad de mí, oh Dios según Tu gran piedad

y según la multitud de Tus misericordias borra mi iniquidad.

Acaba de lavarme de mi injusticia y purifícame de mi pecado.

Porque conozco mi injusticia y mi pecado está siempre ante mí.

Contra Ti solo he pecado y lo malo he hecho ante Ti,

para que seas justificado en Tus palabras

y venzas cuando se Te juzgue.

Pues he aquí, fui concebido en iniquidades

y en pecados me apeteció mi madre.

Pues he aquí, amaste la verdad,

lo desconocido y oculto de Tu sabiduría me manifestaste.

Me rociarás con hisopo y seré purificado,

me lavarás y más que nieve blanquearé.

Me enseñarás alborozo y alegría

y mis huesos humillados se alborozarán.

Aparta Tu faz de mis pecados y borra todas mis iniquidades.

Crea en mí un corazón puro, oh Dios

y un espíritu recto renueva en mis entrañas.

No me arrojes de Tu faz y Tu Espíritu Santo no me quites.

Devuélveme el alborozo de Tu salvación

y afiánzame con Tu Espíritu príncipe.

Enseñaré a los inicuos Tus sendas

y los impíos se convertirán a Ti.

Líbrame de sangres, oh Dios, Dios de mi salvación

y exultará mi lengua en Tu justicia.

Oh Señor, abrirás mis labios y mi boca anunciará Tu alabanza.

Porque si hubieras querido sacrificio Te lo daría.

En holocaustos no Te complacerás.

El sacrificio a Dios es un espíritu contrito,

un corazón contrito y humillado, Dios no despreciará.

Haz bien, Señor, en Tu beneplácito a Sión

y edifíquense los muros de Jerusalén.

Entonces Te complacerás en sacrificio de justicia,

oblación y holocaustos,

entonces ofrecerán becerros sobre Tu altar.


Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.


Salmo 142

Señor, escucha mi oración, presta oído a mi súplica según tu fidelidad; óyeme por tu justicia, y no entres en juicio con tu siervo, porque ningún viviente es justo delante de Ti. El enemigo persigue mi alma, ha postrado en tierra mi vida; me ha encerrado en las tinieblas, como los ya difuntos. El espíritu ha desfallecido en mí, y mi corazón está helado en mi pecho. Me acuerdo de los días antiguos, medito en todas tus obras, contemplo las hazañas de tus manos, y extiendo hacia Ti las mías; como tierra falta de agua, mi alma tiene sed de Ti. Escúchame pronto, Señor, porque mi espíritu languidece. No quieras esconder de mí tu rostro: sería yo como los que bajaron a la tumba. Hazme sentir al punto tu misericordia, pues en Ti coloco mi confianza. Muéstrame el camino que debo seguir, ya que hacia Ti levanto mi alma. Líbrame de mis enemigos, Señor; a Ti me entrego. Enséñame a hacer tu voluntad, porque Tú eres mi Dios. Tu Espíritu es bueno; guíame, pues, por camino llano. Por tu Nombre, Señor, guarda mi vida; por tu clemencia saca mi alma de la angustia. Y por tu gracia acaba con mis enemigos, y disipa a cuantos atribulan mi alma, porque soy siervo tuyo.


Akathistos de la Pasion de Nuestro Señor Jesucristo.


Kontaquio 1.

tono 8:

Soberano Dueño y Señor del cielo y de la tierra, viéndote suspendido en la Cruz, Rey Inmortal, se turbo la creación entera, se amedrentó el cielo y los cimientos de la tierra temblaron. Mas, nosotros, aunque indignos, te ofrecemos esta acción de gracias por tu pasión por causa nuestra. Y con el ladrón te clamamos:

Jesús, Hijo de Dios, Acuérdate de Nosotros Cuando Vengas en tu Reino.

Ikos 1:
Tú que perfeccionaste el coro angelical, no tomaste la naturaleza de los ángeles para ti, S siendo Dios verdadero, te hiciste hombre por nosotros, y por tu vivificador cuerpo y sangre vivificaste al hombre, muerto desde antaño en el pecado. Por eso agradecidos por tu gran amor clamamos a ti: Jesús Dios mío amor de todos los siglos, que a nosotros los mortales de la tierra revelaste tu voluntad; Jesús misericordia inconmensurable, que descendiste al hombre caldo; Jesús revestido de nuestra carne, y que por tu muerte destruiste el dominio de la muerte; Jesús que nos deificas por tus Divinos Misterios; Jesús que redimiste al mundo entero por tus sufrimientos en la Cruz;


Jesús, Hijo de Dios, Acuérdate de Nosotros Cuando Vengas en tu Reino.

Kontaquio 2:
Viéndote en Getsemani, agonizando en oración hasta sudar sangre, se acercó un ángel y te fortalecía, cuando como carga pesada nuestros pecados pesaron sobre ti. Habiendo levantado al caído Adán sobre tus hombros, lo presentaste al Padre, arrodillándote y suplicando. Y a causa de esto, con fe y amor, te canto: Aleluya.

Ikos 2:

Los Judíos no comprendieron el inefable significado de tus sufrimientos voluntarios. Y cuando dijiste: Yo Soy a los que te buscaban de noche con lámparas, aunque se cayeron al suelo, después te ligaron y te llevaron al tribunal. Los que pasamos por el mismo camino, caemos ante ti y con amor clamamos: Jesús, Luz del mundo, odiado por el mal del mundo; Jesús, que moras en luz inaccesible, apresado por el reino de las tinieblas; Jesús, Inmortal Hijo de Dios, traicionado hasta la muerte por el hijo de perdición; Jesús en quien no hay engaño, besado con disimulo por el traidor; Jesús, que te das libremente a todos, vendido por unas monedas de plata;

Jesús, Hijo de Dios, Acuérdate de Nosotros Cuando Vengas en tu Reino.

Kontaquio 3:
Por el poder de tu Divinidad predijiste a tu discípulo su triple negación. Mas, después, aunque te había negado con un juramento, cuando te vio, su Señor y Dueño, en la corte del sumo sacerdote, se derritió su corazón y salió y lloró amargante. Mírame también, Señor, y tócame en mi duro corazón a fin de que con mis lágrimas lave mis pecados, alabándote con: Aleluya.

Ikos 3:
Como Sumo Sacerdote eterno, dotado de veras de potestad según el orden de Melquísedec, estabas ante Caifás, el sumo sacerdote transgresor, Tú que eres Dueño y Señor de todo, que recibiste suplicio de tus siervos, recibe de nosotros estas preces: Jesús, inapreciable, comprado por un precio, poséeme en tu eterna heredad; Jesús, apetecido de todos, de Pedro rechazado por miedo, no me rechaces a mí, pecador; Jesús Cordero inocente, golpeado a crueles azotes, rescátame de mis enemigos; Jesús Sumo Sacerdote, que por tu sangre has entrado en el Sanctasanctorum, purifícame de mis manchas carnales; Jesús aherrojado, que tienes poder de ligar y desatar, absuelve mis graves iniquidades;


Jesús, Hijo de Dios, Acuérdate de Nosotros Cuando Vengas en tu Reino.

Kontaquio 4:
La tempestad de Cristicidio enfurecida, los judíos, escuchando la voz del padre de la mentira y del asesino de antaño, Satanás, te rechazaron, el Recto Camino, la Verdad y la Vida. Mas te confesamos, Cristo Potencia de Dios, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la razón, te clamamos: Aleluya.

Ikos 4:
Al oír tus humildes palabras, Pilatos te entregó a la crucifixión, como si merecieras la muerte, aunque mismo atestó no hallarte falta alguna. Luego lavóse las manos, mas su corazón le manchó. Maravillándonos del misterio de tus sufrimientos voluntarios, compungidos te clamamos: Jesús, Hijo de Dios e Hijo de la virgen, torturado por los hijos de la maldad; Jesús, mofado y desnudado, que das belleza a los lirios del campo y vistes el cielo de nubes; Jesus lleno de heridas, que con cinco panes llenaste a los cinco mil; Jesús, Rey de todo, que en vez de un tributo de amor y gratitud, recibiste crueles suplicios; Jesús, que por nosotros fuiste herido todo un día, cura las heridas de nuestras almas.

Jesús, Hijo de Dios, Acuérdate de Nosotros Cuando Vengas en tu Reino.


Kontaquio 5:
Fuiste ataviado de tu Divina Sangre, Tú que te cubres de luz como de vestidura. Yo sé, en verdad, yo sé con el profeta por qué tus vestiduras son de escarlata. Soy yo, Señor, que te herí con mis pecados. A ti, pues, que por mí fuiste herido, te clamo con gratitud: Aleluya.

Ikos 5:
En el espíritu viéndote cubierto de deshonra y de heridas, el divinamente inspirado Isaías clamo aterrado, "Lo hemos visto y no tiene ni forma ni belleza." Y nosotros viéndote en la Cruz con fe y temor exclamamos: Jesus sufriendo deshonra, que has coronado al hombre de gloria y honor; Jesus a quien no pueden contemplar los ángeles, abofetado; Jesús, golpeado en la cabeza con una caña, inclina mi cabeza en humildad; Jesús cuyos claros ojos fueron obscurecidos con tu sangre, aparta mis ojos para que no vean la vanidad; Jesús que de pies a cabeza no tenías parte ilesa, hazme enteramente sano e ileso;


Jesús, Hijo de Dios, Acuérdate de Nosotros Cuando Vengas en tu Reino.

Kontaquio 6:
Pilatos resultó abogado de tu mansedumbre cuando declaró a la multitud que no habla en ti nada digno de la muerte, mas los judíos, como fieras sanguinarias, rechinaron los dientes y clamaron, ¡Crucifícale, crucifícale¡ Nosotros, honrando tus purísimas heridas, clamamos: Aleluya.

Ikos 6:
Brillaste como espectáculo y maravilla a los ángeles y a los hombres, y aún a Pilatos, que de ti dijo, "He aquí el hombre." Venid, pues, adoremos a Cristo, ultrajado por causa nuestra, clamando: Jesús, Creador y Juez de todo, juzgado y torturado por tus criaturas; Jesús, Dador de sabiduría, que ni siquiera diste contestación a los impíos; Jesús, Sanador de los que estamos heridos por el pecado, concédeme el sanativo de la penitencia; Jesús, Pastor acometido, ahuyenta a los demonios que me tientan; Jesús, que tuviste tu cuerpo en aflicción, aflige mi corazón de temor de ti;




Jesús, Hijo de Dios, Acuérdate de Nosotros Cuando Vengas en tu Reino.

Kontaquio 7:
Deseando librar al hombre de las obras del Enemigo, te humillaste ante tus enemigos, Jesús, y como cordero que no abre su boca, fuiste llevado al matadero, todo cubierto de heridas para curar a todos los hombres, que claman: Aleluya. 
 
Ikos 7:
Revelando paciencia maravillosa, cuando con la sentencia del injusto juez, los soldados te vituperaron, y con crueles heridas, afligieron tu purísimo cuerpo, de modo que estaba purpúreo de sangre de pies a cabeza. Por eso, con lágrimas te clamamos: Jesús, que amas a los hombres, coronado de espinas por los hombres; Jesús, sin pasión en tu Divinidad, sufriendo la pasión, para que de la pasión seamos librados; Jesús, salvador mío, sálvame que merezco todo tormento; Jesús, abandonado de todos, mi time fundamento, fortaléceme a mí;Jesús, injuriado de todos, mi felicidad, hazme feliz;

Jesús, Hijo de Dios, Acuérdate de Nosotros Cuando Vengas en tu Reino.


Kontaquio 8:
Maravilloso y extraño fue cuando Moisés y Elías te aparecieron en el Monte Tabor y hablaron de tu muerte, que ibas a sufrir en Jerusalén. Habiendo visto allí tu gloria y aquí nuestra salvación, te clamamos: Aleluya.

Ikos 8:
Perseguido dondequiera por los judíos a causa de la gran multitud de nuestros pecados, sufriste el escándalo y el tormento. Hay quien te acusa de rebeldía contra César, quien te acusa como a reo, y quien clama: "Quita, quita, crucifícale." A ti, Señor, condenado de todos y llevado a la crucifixión, del fondo de nuestra alma, decimos: Jesús, injustamente condenado, Juez nuestro, no nos condenes de acuerdo con nuestras hazañas Jesús agotado en el camino bajo la Cruz, mi fortaleza, en la hora de mí tristeza y aflicción, no te alejes de mí; Jesús, que pediste ayuda al Padre, mi firme contendedor, fortaléceme en mis enfermedades; Jesús, que aceptaste las deshonras, Gloria mía, no me prives de tu gloria; Jesús, imagen de, la brillantísima hipóstasis del Padre, transforma mi impura y sombría vida;

Jesús, Hijo de Dios, Acuérdate de Nosotros Cuando Vengas en tu Reino.

Kontaquio 9:
Confundióse la naturaleza entera al verte pendiente de la Cruz; el Sol de los cielos encondió sus rayos, tembló la tierra, el velo del templo se rompió por medio, las piedras se partieron, salieron los muertos del infierno. Mas nosotros adoramos tus purísimas plantas y cantamos: Aleluya.

Ikos 9:
Elocuentes oradores, aunque declamen mucho, no saben rendirte debida gratitud por tu Divina Pasión, Tú que amas a los hombres. Mas nuestra alma y nuestro cuerpo, nuestro corazón y todos nuestros miembros, compungidos, te claman: Jesús, clavado a la Cruz, empala y destruye la cédula de nuestros pecados; Jesús, que extiendes tus manos desde la Cruz a todos, acércame a mí, que estoy extraviado; Jesús, Entrada de los corderos, tu costado traspasado, condúceme por tus heridas a la cámara nupcial; Jesús, crucificado en la carne, crucifica mi carne con sus pasiones y sus vicios; Jesús, que finaste en la agonía, concede que no conozca mi corazón nada aparte de tí crucificado;

Jesús, Hijo de Dios, Acuérdate de Nosotros Cuando Vengas en tu Reino.


Kontaquio 10:
Deseando salvar al mundo, sanaste a los ciegos, a los cojos, a los leprosos, a los sordos, y a los mudos, y echaste fuera demonios. Mas los necios judíos, respirando malicia y turbados por envidia, te suspendieron en la Cruz, sin saber cantarte: Aleluya.

Ikos 10:
Jesús, Rey de todos los siglos, que sufriste en cada miembro por mi incontinencia, para hacerme enteramente puro, dándonos el ejemplo en todo para que siguiéramos tus pasos, clamando: Jesús, Amor insondable, que no acusaste de pecadores a los que te crucificaron; Jesús, que oraste con ardiente lamento y lágrimas en el huerto, enséñanos a orar; Jesús que en ti mismo eres el cumplimiento de toda la profecía, cumple el deseo de nuestro corazón de ser buenos; Jesús que encomendaste tu espíritu en manos del Padre, a la hora de mi muerte recibe mi espíritu; Jesús que no prohibiste que partieran tus vestiduras, suavemente parte mi alma de mi cuerpo;


Jesús, Hijo de Dios, Acuérdate de Nosotros Cuando Vengas en tu Reino.




Kontaquio 11:
Tu inmaculada Madre te ofreció cánticos de ternura, diciendo, "Aunque sufres en la Cruz, yo sé de Ti desde el vientre que fuiste engendrado del Padre antes del lucero, porque veo que la creación entera sufre contigo." Tú rindes tu espíritu al Padre; recibe asimismo mi espíritu y no me abandones, porque te clamo: Aleluya.

Ikos 11:
Como vela radiante estuvo la inmaculada Virgen junto a la Cruz, ardiendo de amor y agobiada de dolor maternal por ti, el verdadero Sol de la justicia que estaba en la tumba; juntamente con las de ella, acepta estas oraciones de nuestro corazón: Jesús elevado en el Madero, para elevarnos al Padre, a nosotros los caídos; Jesus que diste a la Siempre-Vírgen como Madre al castísimo Apóstol, para enseñarnos la virginidad y la pureza; Jesus que confiaste a la que te dio a luz a tu discípulo divino, Dios Verbo, encomiéndanos a todos a su protección maternal; Jesus Conquistador del mundo y del infierno, conquista la infidelidad, el orgullo de vida y la lujuria de los ojos que reside dentro de nosotros; Jesus Destruidor del reino de la muerte, líbrame de la muerte eterna;


Jesús, Hijo de Dios, Acuérdate de Nosotros Cuando Vengas en tu Reino.


Kontaquio 12:
Concédeme tu gracia, Jesus Dios mío> recíbeme como recibiste a José y a Nicodemo, para que te pueda ofrecer mi alma como mortaja limpia y ungir tu purísimo cuerpo con la fragancia de la virtud, y guardarte en mi corazón como en un sepulcro, clamando: Aleluya.


Ikos 12:

Alabando tu voluntaria crucifixión, adoramos tu Pasión, Cristo. Creemos con el centurión que eres verdaderamente el Hijo de Dios, que vendrás sobre las nubes con grande gloria y potencia; no nos avergüences que estamos redimidos por tu Sangre, clamando: Jesús, paciente, por la lamentación de tu madre Virgen, rescátanos del llanto eterno; Jesús, abandonado de todos, no me abandones a la hora de mi muerte; Jesús, cuyos pies fueron tocados por Magdalena, recíbeme como a quien quiere seguir tus pasos; Jesús, no me condenes con el Traidor y con tus crucificadores; Jesús, condúceme al Paraíso con el buen Ladrón sabio;

Jesús, Hijo de Dios, Acuérdate de Nosotros Cuando Vengas en tu Reino.


Kontaquio 13:
Jesucristo, Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, acepta esta corta acción de gracias ofrecida a ti del fondo de nuestra alma, y cúranos por tus salubres sufrimientos de toda enfermedad de cuerpo y alma. Ampáranos por tu Cruz, de enemigos visibles e invisibles, y al fin de nuestra vida, no nos abandones, porque tu muerte nos libró de la muerte eterna, para que te clamemos para siempre: Aleluya, Aleluya, Aleluya.

(Repítanse Ikons 1 y Kontaquio 1.)


Ikos 1:
Tú que perfeccionaste el coro angelical, no tomaste la naturaleza de los ángeles para ti, S siendo Dios verdadero, te hiciste hombre por nosotros, y por tu vivificador cuerpo y sangre vivificaste al hombre, muerto desde antaño en el pecado. Por eso agradecidos por tu gran amor clamamos a ti: Jesús Dios mío amor de todos los siglos, que a nosotros los mortales de la tierra revelaste tu voluntad; Jesús misericordia inconmensurable, que descendiste al hombre caldo; Jesús revestido de nuestra carne, y que por tu muerte destruiste el dominio de la muerte; Jesús que nos deificas por tus Divinos Misterios; Jesús que redimiste al mundo entero por tus sufrimientos en la Cruz;

Jesús, Hijo de Dios, Acuérdate de Nosotros Cuando Vengas en tu Reino.


Kontaquio 1.


tono 8:

Soberano Dueño y Señor del cielo y de la tierra, viéndote suspendido en la Cruz, Rey Inmortal, se turbo la creación entera, se amedrentó el cielo y los cimientos de la tierra temblaron. Mas, nosotros, aunque indignos, te ofrecemos esta acción de gracias por tu pasión por causa nuestra. Y con el ladrón te clamamos:

Jesús, Hijo de Dios, Acuérdate de Nosotros Cuando Vengas en tu Reino.


Oracion al Señor Jesus Crucificado

Señor Jesucristo crucificado, Creador del cielo y de la tierra, Salvador del mundo, he aquí que yo que soy indigno, y de todos el más pecaminoso, habiendo doblado humildemente la rodilla de mi corazón ante la gloria de tu majestad, alabo tu Cruz y tu Pasión, y te ofrezco gracias, Rey de todo, porque quisiste sufrir como hombre toda opresión, calamidad, desventura y tortura, para ser nuestro compañero en el sufrimiento, nuestro auxilio, el Salvador de todos en la tristeza, necesidad y adversidad. Yo sé, omnipotente Dueño, que todo esto no te fue necesario, mas, por la salvación de la raza humana, sufriste la Cruz, y sufriendo, nos redimiste a todos de las crueles obras del Enemigo ¿Cómo te pagaré, tú que amas a los hombres, todo lo que has sufrido por causa mía, siendo yo pecador? No sé yo, pues el alma y el cuerpo, y toda bondad nos vienen de ti, y todo lo mío es tuyo; yo soy tuyo. Confiando tan solamente en tu infinita Compasión, bondadoso Señor, alabo tu inefable paciencia, magnífico tu indecible humillación, glorifico tu inconmensurable misericordia, alabo tu purísima Pasión, y con amor abrazo tus heridas, clamando: Ten misericordia de mí pecador, y concede que tu Santa Cruz no sea vana en mi, que participando aquí con fe de tus sufrimientos, sea yo digno de contemplar igualmente la gloria de tu reino celestial. Amén.

Por las oraciones de nuestros Santos Padres, oh Señor Jesucristo, Dios Nuestro, Ten piedad de nosotros. Amén.
 
Catecismo Ortodoxo
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