Sunday, November 8, 2015

Cuéntale todo a tu padre espirtual, y el Señor tendrá piedad .. ( San Silvano el Athonita )



Cuéntale todo a tu padre espirtual, y el Señor tendrá piedad de ti y evitarás el error. Pero si crees que sabes más de la vida espiritual que tu padre espiritual, y dejas de decirle todo acerca de ti mismo en la confesión, entonces inmediatamente caerás en alguna clase de error, para que puedas ser corregido.

San Silvano el Athonita

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Renunciación y menosprecio del mundo... ( San Juan Clímaco )


Renunciación y menosprecio del mundo, es odio voluntario, negación de la propia naturaleza, a fin de alcanzar aquello que está por encima de la naturaleza. Todos los que abandonan y desprecian los bienes de esta vida, suelen hacer esto por la gloria del Reino por venir, por la memoria de sus pecados, o tan sólo por amor de Dios. Si alguien hiciese esto, y no por alguna de estas causas, no sería razonable su renunciación. Sea cual fuere el fin y el término de nuestra vida, tal será el premio que recibiremos de Cristo, juez y remunerador de nuestros trabajos.

San Juan Clímaco 

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Los padres de antaño tenían una gran fe y una gran simplicidad... ( San Paisios )


Los padres de antaño tenían una gran fe y una gran simplicidad. Aunque la mayoría de ellos fuese esencialmente analfabeta, recibían, sin embargo, la iluminación divina constante a causa de su humildad y su celo por el combate espiritual. Y aunque, en nuestros días, el conocimiento ha aumentado, desgraciadamente la lógica ha quebrantado la fe de las gentes en sus fundamentos y ha llenado sus almas de preguntas y dudas. Así, es natural que estemos privados de milagros, pues los milagros son vividos y no pueden ser explicados por la lógica.

Este espíritu terriblemente secular que prevalece en el hombre moderno, que ha vuelto toda su atención hacia una vida mejor, con mayores facilidades y menos esfuerzo, ha afectado desgraciadamente a las personas más espirituales; también ellas intentan ser más santas con menor esfuerzo, pero eso nunca puede suceder, pues, “los santos han dado su sangre y han recibido el Espíritu”. Mientras que nos regocijamos ahora en este gran avance hacia los santos padres y la vida monástica, y admiramos a los jóvenes valientes que se consagran a elevados ideales, al mismo tiempo, sufrimos porque vemos todo este buen material no encontrando la levadura espiritual apropiada, de la que esta pasta espiritual no se alza y acaba como con un pan sin levadura.

Antaño, incluso hace veinte años, la simplicidad abundaba en el “Jardín de la Theotokos” (la Santa Montaña de Athos). El perfume de la simplicidad de los padres atraía a las gentes temerosas de Dios como a las abejas y las alimentaba, mientras que, a su vez, transmitían esta bendición espiritual a otros para su provecho. Allá por donde se iba, se oían historias sencillas de milagros y de acontecimientos celestiales, pues los padres los consideraban como perfectamente naturales.

Viviendo en esta atmósfera espiritual de la gracia, nunca nos vendría la idea de dudar de lo que se hubiese oído, pues se vivía una parte en sí mismo. No habríais pensado jamás en tomar notas de estos acontecimientos espirituales, ni conservarlos en vuestra memoria para las generaciones venideras, porque pensaríais que esta forma de vida patrística continuaría. ¿Cómo se podía saber que en algunos años, la mayor parte de estas personas serían deformadas por demasiada educación, sabiendo que se les educa en el espíritu del ateismo y no en el de Dios, que puede santificar la educación externa, igualmente, y que la incredulidad llegaría a tal punto que los milagros serían considerados como cuentos de hechos de otro tiempo?

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