Tuesday, October 20, 2015

Akathisto y oración a San Juan Bautista


Contaquio I

Elegido desde el principio por ser el Precursor y Bautista de Cristo Dios, Salvador del mundo, oh Juan alabado de Dios que glorificaste al Señor que te glorificó, nosotros te cantamos himnos de alabanza como al más grande de los nacidos de mujer, como a un ángel en la carne y predicador del arrepentimiento. Y tú que posees gran audacia ante el Señor, líbranos de los peligros de todo tipo y condúcenos al arrepentimiento, pues a ti clamamos con amor: ¡Alegrate, gran Profeta Juan, Precursor y Bautista del Señor!.

Ikos I

El Arcángel Gabriel que estaba ante Dios, fue enviado al sacerdote Zacarías, y mientras que para ministrar según su turno de servicio, este entró para ofrecer el incienso en el santuario del Señor y el arcángel se situó a la derecha del altar de los perfumes; entonces le anunció la buena nueva de tu nacimiento, oh gran Juan, proclamando a Zacarías gran gozo y alegría y muchos se alegraron. Por eso, maravillándonos y regocijándonos nosotros también por la grandiosa benevolencia divina hacia ti, clamamos con reverencia:

Alégrate, confidente inefable del consuelo divino.

Alégrate, cumplimiento de su Economía maravillosa.

Alégrate, revelado muchos años antes por el profeta Isaías.

Alégrate, mensajero ante el rostro del Señor profetizado antaño.

Alégrate, predeterminado a ser un gran profeta del Altísimo.

Alégrate, nacido según la promesa del ángel.

Alégrate, lleno del Espíritu Santo desde el seno maternal.

Alégrate, consagrado al gran ministerio antes de tu nacimiento.

Alégrate, fin de la infertilidad de tus padres.

Alégrate, gozo y alegría del sacerdote de Dios.

Alégrate, retoño de la hija de Aaron.

Alégrate, fruto de la oración dado por Dios.

Alégrate, gran Profeta Juan, Precursor y Bautista del Señor.

Contaquio II

Zacarías, viendo al arcángel que se le apareció, se turbó, el temor se apoderó de él, y no creyó las palabras de saludo concernientes al nacimiento. Pero cuando lo castigó dejándolo mudo a causa de su incredulidad, se maravilló por el glorioso milagro, clamando de corazón a Dios: ¡Aleluya!

Ikos II

Las personas, buscando entender la razón incomprensible, esperaban a Zacarías y se asombraban de que tardara en el santuario; cuando salió y no pudo hablarles, pero solo les pudo hacer señales, comprendieron que había tenido una visión en el templo. En cuanto a nosotros, glorificando el milagro del admirable Dios Creador, te cantamos:

Alégrate, buena causa de mutismo paternal.

Alégrate, ley que tornas en alegría las lágrimas de tu madre.

Alégrate, ley que quitas su vergüenza ante los hombres.

Alégrate, gran consuelo para los que te han dado a luz.

Alégrate, pues en el sexto mes, tu concepción fue anunciada a la Santísima Madre de Dios, por el ángel en Nazaret.

Alégrate, pues muchos se regocijaron por tu nacimiento.

Alégrate, pues tú recibiste del ángel el ser llamado con un nombre bendito.

Alégrate, pues a tu nombre, el mutismo de tu padre Zacarías fue suprimido.

Alégrate, pues por ti el Nombre Divino fue bendecido por tu padre.

Alégrate, pues a causa de la maravilla de tu nacimiento, el temor y el asombro se apoderó de los que vivían en los alrededores.

Alégrate, pues en toda la tierra de Judea se extendió la noticia de tu grandioso nacimiento.

Alégrate, pues por ti la salvación se manifestó a muchos en este mundo.

Alégrate, gran Profeta Juan, Precursor y Bautista del Señor.

Contaquio III

El poder del Altísimo puso fin a la esterilidad de la justa Elisabeth, ya de edad avanzada. Pues ella concibió, oh glorioso Precursor del Señor, y guardó el secreto durante cinco meses diciendo: así actuó el Señor conmigo el día que me miró para quitar mi oprobio de entre los hombres. Pero cuando ella recibió a Aquella que llevaba en su seno a Cristo, fue llena del Espíritu Santo y clamó en alta voz: ¿De dónde se me concede esto, que la Madre de mi Señor venga a mi? Y regocijándose con Ella, Elisabeth clamó a Dios: ¡Aleluya!

Ikos III

Debiendo preceder al Señor en el espíritu y el poder de Elías, tú fuiste lleno del Espíritu Santo desde el seno materno, donde ya aparecías como un maravilloso profeta cuando, desde el vientre de tu madre, te estremeciste de alegría a la llegada de la Madre de Dios, pues tú reconociste a Dios en lo que la Llena de Gracia llevaba en sus entrañas, y por vía de tu madre, tú le predicaste. Convenía, en efecto, a los asuntos divinos tener un glorioso comienzo. Y maravillándonos con reverencia, nosotros te cantamos jubilosos:

Alégrate, pues desde el seno materno proclamaste que el Señor te había enviado como heraldo.

Alégrate, pues gracias a la ley y a tu madre Elisabeth, la encarnación de Cristo fue revelada.

Alégrate, pues ella también fue llena del Espíritu Santo.

Alégrate, pues ella apareció como una maravillosa profetisa.

Alégrate, pues por ella, la Santísima Virgen María fue llamada Bienaventurada entre todas las mujeres.

Alégrate, pues ella la llamó también Madre del Señor.

Alégrate, pues Su fruto sin semilla fue declarado bendito.

Alégrate, manifestación precoz de la divina sabiduría.

Alégrate, bendición de una santa familia.

Alégrate, maravilloso retoño de entrañas estériles.

Alégrate, pues por tu nacimiento asombras a los hombres.

Alégrate, radiante voz del Verbo.

Alégrate, gran Profeta Juan, Precursor y Bautista del Señor.

Contaquio IV

Agitado por la tempestad de la duda, el sacerdote Zacarías, según la palabra del ángel, no pudo hablar. Pero cuando, antes de tu nacimiento, oh Precursor del Señor, el escribió tu nombre lleno de gracia, inmediatamente sus labios y su lengua se soltaron, habló bendiciendo a Dios y profetizándolo con estas palabras: Bendito sea el Señor de Israel, pues ha visitado a Su pueblo y ha cumplido su liberación en ti, oh hijo, y serás llamado Profeta del Altísimo, cantándole: ¡Aleluya!

Ikos IV

Oyendo la noticia de tu maravilloso y glorioso nacimiento, las gentes de alrededor, asombradas, se decían: ¿pues, qué será este niño? Y nosotros, honrándote dignamente, oh glorioso Precursor del Señor, como al más grande de los nacidos de mujer, te celebramos así:

Alégrate, lleno de manifestaciones de la gracia desde tu concepción.

Alégrate, glorificado por Dios desde tu nacimiento.

Alégrate, llamado por tu padre Profeta del Altísimo desde tu pequeña infancia.

Alégrate, iluminado y fortalecido por el Espíritu Santo desde tu juventud.

Alégrate, emparentado por la sangre a Dios encarnado.

Alégrate, tú que recibiste de Dios el sublime título de Precursor y Bautista del Señor.

Alégrate, rayo que proclama al mundo la nueva Luz.

Alégrate, estrella que ilumina el camino a Cristo.

Alégrate, aurora del Sol inaccesible.

Alégrate, lámpara de inextinguible Luz.

Alégrate, tú que preparas el camino al Señor.

Alégrate, tú que parecías hombre y ángel a la vez.

Alégrate, gran Profeta Juan, Precursor y Bautista del Señor.

Contaquio V

La orden inicua de Herodes, el infanticida y sin ley, te alejó de la casa paternal hacia el desierto impenetrable, llevado por tu madre, oh Precursor del Señor, y allí permaneciste hasta el día de tu aparición en Israel, alimentándote de langostas y miel silvestre, clamando a Dios: ¡Aleluya!

Ikos V

Viendo la divina providencia sobre ti, oh Juan elegido por Dios, que apareció desde que llevabas pañales y te convirtió en un amante de la vida de abstinencia, y siendo enviado prontamente por la voluntad del Altísimo a predicar a los hombres la salvación acercándose a Cristo, a causa de esto, nosotros te clamamos con asombro y amor:

Alégrate, tú que aun siendo amamantado, aterrorizaste a Herodes.

Alégrate, tú que fuiste preservado de una vana masacre por la diestra del Altísimo.

Alégrate, rosa perfumada del desierto.

Alégrate, tú que asombras al mundo por la altura de tus logros ascéticos.

Alégrate, tú que indicas fielmente el camino verdadero.

Alégrate, maravilloso guardián de la pureza y la castidad.

Alégrate, imagen perfecta de abnegación evangélica.

Alégrate, protección y fortalecimiento de los que practican la vida monástica.

Alégrate, iluminación de las almas que teologizan.

Alégrate, tú que abres a los pecadores las puertas de la misericordia divina.

Alégrate, tú que concedes el perdón divino a los pecadores arrepentidos.

Alégrate, tú que los ayudas a traer frutos dignos de arrepentimiento.

Alégrate, gran Profeta Juan, Precursor y Bautista del Señor.

Contaquio VI

Tú apareciste, oh Precursor, como un glorioso predicador en el desierto del Jordán, en el día de la aparición de Cristo al mundo, y dijiste a los hombres, cuando Él se acercó a ti: He aquí el cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Y reconociéndole con fe, nosotros Le cantamos: ¡Aleluya!

Ikos VI

Tú resplandeciste como la luz de la verdad, oh Juan elegido por Dios, manifestando a todos el Resplandor de la Gloria paterna, aparecido en la carne por nosotros. Pues tú clamaste a los hombres en el desierto: arrepentíos, porque el Reino de los cielos está cerca, producid frutos dignos de arrepentimiento, pues, he aquí que viene Otro detrás de mi, que os bautizará en el agua y el Espíritu Santo. Por eso nosotros te cantamos:

Alégrate, anunciador de la venida del Mesías,

Alégrate, tú que preparas los caminos del Señor.

Alégrate, intercesor por la antigua y nueva Gracia.

Alégrate, término de los profetas y principio de los apóstoles.

Alégrate, voz de buen augurio del Verbo.

Alégrate, predicador rotundo del arrepentimiento.

Alégrate, tú que convertiste a muchos de los hijos de Israel al Señor.

Alégrate, tú que preparas hombres cumplidos para el Señor.

Alégrate, tú que fustigas audazmente a los fariseos y a los saduceos.

Alégrate, tú que enseñas a traer frutos dignos de arrepentimiento.

Alégrate, revelador de la iluminación espiritual.

Alégrate, incansable defensor de los que buscan tu protección.

Alégrate, gran Profeta Juan, Precursor y Bautista del Señor.

Contaquio VII

Al Señor Jesús, que quiso hacerse bautizar por ti, oh Juan bienaventurado de Dios, le dijiste: soy yo quien necesita ser bautizado por Ti; sin embargo, sometiéndote a Él que dijo: Hagamos todo en justicia, tú levantaste tu diestra sobre Su cabeza, y bautizando a Aquel que no tenía necesidad de purificación, clamaste: ¡Aleluya!

Ikos VII

El Señor, proclamando la nueva Gracia, habiendo querido ser bautizado por ti, te concedió ver la venida del Espíritu Santo y oír la voz del Padre testificando su filiación. Por eso, tú nos has enseñado a adorar a Dios en tres personas; glorificándote con nuestros labios perecederos, te ofrecemos esta alabanza:

Alégrate, primer predicador de la Teofanía trinitaria.

Alégrate, verdadero adorador de Dios único en tres personas.

Alégrate, claro observador del Espíritu Santo bajo forma de paloma.

Alégrate, testigo de su descenso del Padre al Hijo.

Alégrate, contemplador de la revelación del amor del Padre por el Hijo.

Alégrate, Bautista elegido por el Hijo de Dios.

Alégrate, ejecutor de Su Santa Voluntad.

Alégrate, amante celoso de la gloriosa empresa de salvación del género humano.

Alégrate, primer celebrante del gran misterio del Bautismo.

Alégrate, mensajero del gozo divino.

Alégrate, primer maestro del Nuevo Testamento.

Alégrate, gran Profeta Juan, Precursor y Bautista del Señor.

Contaquio VIII

Viendo, oh Bautista bienaventurado de Dios, la extraña e indecible humildad de Dios el Verbo encarnado que inclina Su cabeza hacia ti y recibe el bautismo servil, tú mismo fuiste lleno de una gran humildad. Solicita, pues, esta estimada virtud a Dios, por nosotros orgullosos, para que con un corazón humilde clamemos: ¡Aleluya!

Ikos VIII

Lleno por los dones de la gracia, y terminando el curso de tu vida temporal, oh Juan renombrado en Dios, tu enseñaste a todos a placer al Señor por el cumplimiento de la ley y el arrepentimiento. Por eso clamamos a ti, gran maestro de la verdad, con esta alabanza agradecida:

Alégrate, cultivador de la ley y los mandamientos del Señor.

Alégrate, denunciador de la iniquidad de Herodes.

Alégrate, diligente por su corrección.

Alégrate, tú que sufriste la cautividad en prisión y el cautiverio por la justicia.

Alégrate, tú que fuiste decapitado por la verdad.

Alégrate, pues tu cuerpo fue honorablemente depositado por tus discípulos en una tumba.

Alégrate, pues por designio divino tu cabeza fue preservada incorrupta.

Alégrate, pues ella procura a los cristianos el consuelo, la santificación y la curación.

Alégrate, pues los fieles veneran preciadamente tu diestra que bautizó al Señor.

Alégrate, pues hasta el presente muchos milagros son realizados por ti.

Alégrate, pues por ti los fieles son librados del deshonor de las pasiones.

Alégrate, pues por ti los fieles son empujados a arrepentirse.

Alégrate, gran Profeta Juan, Precursor y Bautista del Señor.

Contaquio IX

Todos los seres angélicos fueron maravillados por la elevación de tu ministerio y la Iglesia te glorifica con reverencia como el amigo de Cristo Dios, caminando ante Él en el espíritu y el poder de Elías. Por celo a la verdad, tú confundiste audazmente a los fariseos y Herodes el sin ley, de quien recibiste el fin del martirio. Prosternándonos, pues, ante tu venerable cabeza, te rogamos: líbranos del deshonor de las pasiones, para que podamos cantarte con corazones y labios puros: ¡Aleluya!

Ikos IX

Toda la retórica de los habitantes de la tierra no sería suficiente para alabarte, oh Juan elegido por Dios. Pues los labios de Cristo te alabaron, calificándote como el más grande de los profetas y más grande de entre los nacidos de mujer. Así, no sabiendo cómo ofrecerte una alabanza que te sea digna, nosotros te clamamos así:

Alégrate, gran gloria de la Iglesia de Cristo.

Alégrate, maravilloso milagro de los ángeles.

Alégrate, júbilo y glorificación de los ancestros.

Alégrate, gran elogio de los profetas.

Alégrate, corona brillante de los apóstoles, en Dios.

Alégrate, belleza magnífica de los santos jerarcas.

Alégrate, principio de los mártires en la nueva Gracia.

Alégrate, perfección de los santos monjes.

Alégrate, ornamento de los justos.

Alégrate, sostén de las vírgenes y de los que ayunan.

Alégrate, gran consuelo de todos los cristianos.

Alégrate, pues tu nombre es glorificado por todas las generaciones cristianas.

Alégrate, gran Profeta Juan, Precursor y Bautista del Señor.

Contaquio X

Anunciaste a los que estaban enfermos la buena nueva de Cristo Dios venido en la carne para salvar al mundo. Pues, como el astro matinal procedente del sol, tú iluminaste a los que estaban en las tinieblas y la sombra de la muerte, de donde tú fuiste sacado pronto por el Señor, con todos los justos desde el principio, cantándole como Liberador y Vencedor de la muerte: ¡Aleluya!

Ikos X

Tú eres un muro y un refugio saludable para todos los que recurren a ti en oración, oh divino Juan. Por eso te honramos con estos himnos de alabanza:

Alégrate, nuestra poderosa intercesión y fiel protección contra las desgracias.

Alégrate, alivio seguro que libra a los que sufren por espíritus maliciosos.

Alégrate, tú que envías la bendición divina sobre las estériles.

Alégrate, tú que libras del problema de las pasiones a los que recurren a ti con fe.

Alégrate, reconciliación rápida de los que caen en la enemistad.

Alégrate, ayuda diligente de los que recurren con fervor a ti en toda necesidad y aflicción.

Alégrate, tú que arrancas a los que llevan un buen camino, de la decepción y la desilusión.

Alégrate, tú que asistes a los que se apoyan en tu intercesión a la hora de la muerte.

Alégrate, tú que, por tu intercesión, liberas a los que te aman, de los peajes espirituales.

Alégrate, tú que concedes, por las oraciones, la vida eterna a los que veneran tu gloriosa memoria.

Alégrate, protector de los pobres, de las viudas y de los huérfanos.

Alégrate, pues, después de Dios y la Madre de Dios, tú eres el refugio y la esperanza de los cristianos.

Alégrate, gran Profeta Juan, Precursor y Bautista del Señor.

Contaquio XI

Ningún himno sería suficiente para alabar de una manera digna tus obras, oh Bautista del Señor. Pero nosotros que estamos unidos por el amor, osamos celebra tu grandeza. Acéptalo misericordiosamente de nosotros, oh tú que has sido unido en rango cerca del trono de la Santísima Trinidad, y ruega para que seamos librados de toda corrupción del pecado, para que con labios puros cantemos a Dios: ¡Aleluya!

Ikos XI

Sabiendo que tú eres la lámpara de la inaccesible Luz y estás lleno de los dones iluminadores de la gracia, oh Juan divinamente iluminado, te ofrecemos gozosamente estas alabanzas:

Alégrate, testigo ocular de la Luz divina que irradia desde las Alturas.

Alégrate, tú que glorificas a Dios por la luz de tus virtudes.

Alégrate, tú que revelaste la gloria majestuosa de la Santísima Trinidad.

Alégrate, tú que muestras el camino directo y maravilloso hacia el cielo.

Alégrate, tú que anuncias la buena nueva de Dios aparecido en la carne, a los que estaban en el infierno.

Alégrate, tú que alegras las almas de los justos, detenidos desde el comienzo en las profundidades.

Alégrate, verdadero amigo del Señor y Dios, Jesucristo.

Alégrate, tú que manifestaste al mundo la verdadera luz.

Alégrate, gloria de la radiante luz del Evangelio.

Alégrate, glorificación de la generación cristiana.

Alégrate, cumplimiento del Consejo de Dios.

Alégrate, pues desde Oriente a Occidente tu nombres es alabado.

Alégrate, gran Profeta Juan, Precursor y Bautista del Señor.

Contaquio XII

Llevando el apodo de la Gracia, oh Bautista del Señor, y enriquecido por ella, tú apareciste como un glorioso triunfador. Pues tu has vencido a los enemigos y a toda la malicia, y has sellado tu grandioso ministerio por el tormento de tu martirio. Ahora, pues, tu que estas ante el trono del Rey de reyes, ruega que conceda a todos los fieles la reafirmación en la gracia, por tus virtudes, cantando: ¡Aleluya!

Ikos XII

Cantando a Dios, visiblemente glorificado en ti, nosotros te alabamos, oh Bautista bienaventurado de Dios, como el verdadero amigo de Cristo, glorificamos tus obras gloriosas y honramos tu final en el martirio clamando con júbilo:

Alégrate, apóstol universal y primer mártir de la nueva alianza.

Alégrate, primer predicador del Reino celestial abierto por la venida de Cristo a la tierra.

Alégrate, predicador de la divina llamada a los gentiles.

Alégrate, tú que manifiestas al mundo los secretos y los misterios de la sabiduría divina.

Alégrate, tú que fuiste más fructífero que cualquier otro en acciones divinas.

Alégrate, pues el Padre del cielo fue glorificado por la luz de tus actos.

Alégrate, pues tu alegras indeciblemente por tu memoria a la Iglesia de Cristo.

Alégrate, iluminado por los divinos rayos de la luz del Triple Sol.

Alégrate, pues tu cantas incesantemente ante Dios, con los seres angélicos, el himno tres veces santo.

Alégrate, pues ahora que el reflejo ha sido abolido, tú contemplas directamente la Santa Trinidad.

Alégrate, gran Profeta Juan, Precursor y Bautista del Señor.

Contaquio XIII

Oh gran y glorioso Juan, Precursor y Bautista del Señor, recibe de nosotros ahora esta súplica que te ofrecemos, y por tus oraciones agradables a Dios, líbranos de todo mal, líbranos de los tormentos eternos y haznos herederos del Reino celestial, para que cantemos a Dios por los siglos: ¡Aleluya, Aleluya, Aleluya!

(Este contaquio se repite tres veces)

(Ahora se hace el condaquio I e Icos I)

Contaquio I

Elegido desde el principio por ser el Precursor y Bautista de Cristo Dios, Salvador del mundo, oh Juan alabado de Dios que glorificaste al Señor que te glorificó, nosotros te cantamos himnos de alabanza como al más grande de los nacidos de mujer, como a un ángel en la carne y predicador del arrepentimiento. Y tú que posees gran audacia ante el Señor, líbranos de los peligros de todo tipo y condúcenos al arrepentimiento, pues a ti clamamos con amor: ¡Alegrate, gran Profeta Juan, Precursor y Bautista del Señor!.

Ikos I

El Arcángel Gabriel que estaba ante Dios, fue enviado al sacerdote Zacarías, y mientras que para ministrar según su turno de servicio, este entró para ofrecer el incienso en el santuario del Señor y el arcángel se situó a la derecha del altar de los perfumes; entonces le anunció la buena nueva de tu nacimiento, oh gran Juan, proclamando a Zacarías gran gozo y alegría y muchos se alegraron. Por eso, maravillándonos y regocijándonos nosotros también por la grandiosa benevolencia divina hacia ti, clamamos con reverencia:

Alégrate, confidente inefable del consuelo divino.

Alégrate, cumplimiento de su Economía maravillosa.

Alégrate, revelado muchos años antes por el profeta Isaías.

Alégrate, mensajero ante el rostro del Señor profetizado antaño.

Alégrate, predeterminado a ser un gran profeta del Altísimo.

Alégrate, nacido según la promesa del ángel.

Alégrate, lleno del Espíritu Santo desde el seno maternal.

Alégrate, consagrado al gran ministerio antes de tu nacimiento.

Alégrate, fin de la infertilidad de tus padres.

Alégrate, gozo y alegría del sacerdote de Dios.

Alégrate, retoño de la hija de Aaron.

Alégrate, fruto de la oración dado por Dios.

Alégrate, gran Profeta Juan, Precursor y Bautista del Señor.

Oración a San Juan el Precursor

Bautista de Cristo, venerable Precursor, fin de los profetas, primer mártir, instructor de los que ayunan y de los solitarios del desierto, maestro de pureza y amigo cercano a Cristo. Te ruego y recurro a ti, no me rechaces en tu protección, mas levántame, pues he caído en numerosos pecados. Renueva mi alma por el arrepentimiento, como por un segundo bautismo. Purifícame, pues esto manchado por mis pecados y oblígame a entrar allí donde ninguna corrupción puede entrar, en el Reino Celestial, para que pueda glorificar contigo y con todos los santos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, Trinidad Santa que te fue manifestada, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

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Somos carne y nos conducimos según la carne... ( San Gregorio el Sinaíta )


No deberíamos hablar como un gran doctor ni tener necesidad del apoyo de la Escritura ni de los Padres, sino ser «enseñados por Dios» (Jn 6, 45) hasta el punto de aprender y conocer, en él y por él, todo lo que necesitamos. No solamente nosotros sino cualquiera de los fieles. ¿Acaso no hemos sido llamados para llevar grabadas en nuestro corazón las tablas de la ley del Espíritu y para conversar con Jesús mediante la oración pura de la misma forma admirable que los querubines?

Pero sólo somos niños en el momento de nuestra segunda creación, incapaces de comprender la gracia, de aprovechar la renovación, ignorantes, sobre todo, de la supereminente grandeza de la gloria de la que participamos. Ignoramos que, por la observación de los mandamientos, debemos crecer en alma y espíritu para ver lo que hemos recibido. He aquí cómo la mayor parte de nosotros cae, por negligencia y hábito vicioso, en la insensibilidad y en la ceguera, hasta el punto de no saber ya, si hay un Dios, qué somos, ni en qué nos hemos convertido a pesar de ser hijos de Dios, hijos de la luz, niños y miembros de Cristo.

Hemos sido bautizados en la edad adulta pero sólo percibimos el agua y no el Espíritu. Incluso siendo renovados en el Espíritu, no lo creemos más que con una fe muerta e inactiva... somos carne y nos conducimos según la carne. Y permanecemos muertos hasta la hora de nuestro fin, sin vivir en Cristo ni estar movidos por él. Y, «lo que sabemos», a la hora del tránsito y del juicio «nos será quitado» a causa de nuestra incredulidad y nos faltará la esperanza por no haber comprendido que los niños deben ser parecidos al Padre, dioses en Dios, espíritus salidos del Espíritu...

San Gregorio el Sinaíta

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El nombre de Jesús pues no existe en el cielo ni en la tierra un arma más eficaz.... ( San Juan Clímaco )


Si bien todo temeroso es un vanidoso, esto no significa que todos los intrépidos sean humildes, pues los bandoleros, los destructores de sepulturas no son, por lo general, temerosos. Ciertos lugares os inspiran temor: no dudéis en acudir a ellos en plena noche. Si transigís, aunque sea un poco, con ese sentimiento él envejecerá con vosotros. Mientras avanzáis, armaos con la oración; al entrar en ellos, extended los brazos y flagelad a los enemigos con el nombre de Jesús pues no existe en el cielo ni en la tierra un arma más eficaz.

San Juan Clímaco

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