Saturday, September 5, 2015

Komboskini : La Cuerda de Oroación .....


El origen de la cuerda de oración, se atribuye a los tiempos del fundador del monasticismo cenobítico (tradición monástica iniciada desde los tiempos más remotos del cristianismo, que enfatiza la vida en común). San Pacomio el Grande (siglo IV), quién la introdujo como un medio para ayudar a los monjes analfabetos a decir su regla de oración diaria, para que lograran realizar una cantidad definida de oraciones y postraciones. Desde entonces la cuerda de oración ha ganado popularidad en el monasticismo Oriental y ha sido de uso común entre los fieles. De acuerdo con su regla, cada monje se obliga a cumplir un número determinado de postraciones junto con la Oración de Jesús (“Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de mí, quesoy pecador”).
 

- Su origen, según los monjes del monasterio de San Gerasimo en el monasterio de Zakinthos, Grecia. Según estos monjes existió en el siglo VI, un monje muy dedicado a la oración, quien en su búsqueda de un modo de concentrarse en la
oración, ideó la forma de hacer una cuerda basándose en nudos, acompañándolo de
oración. Pero cada vez que él comenzaba a tejer los nudos, el demonio los desasía y el monje debía reiniciar el trabajo. Entonces un Ángel se le apareció en sueños y le mostró un nuevo nudo para hacer la cuerda, este nudo estaba compuesto de nueve cruces y por esta la razón el demonio no podía desarmarlos.




Oración del Komboskini 

- Existen diversas versiones de la Oración
de Jesús:
U“Señor Jesuscristo ten piedad de mí”
U“Señor Jesuscristo, Hijo de Dios, ten pieda d mí, que soy pecador”
U“ Señor Jesucristo, por la intercesión de nuestra Señora, ten piedad de mí”-

- Esta oración debe decirse en cada nudo del komboskini, ya sea cuando se hace o mientras se reza con él. Para las intenciones de oración ha ganado popularidad en el
monasticismo Oriental y ha sido de uso común entre los fieles. De acuerdo con su
regla, cada monje se obliga a cumplir un número determinado de postraciones junto
con la Oración de Jesús (“Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de mí, que
soy pecador”).

Descripción del Komboskini
 

El Komboskini se hace con lana pura de oveja para recordarnos que Jesús es el
cordero de Dios.
Es negro para recordarnos el luto por nuestros pecados; borgoña para
recordarnos la sangre de Nuestro Señor; o blanco que es el color natural del cordero.
La Cruz nos recuerda a Jesús y sirve como marca, cada 10, 25, 33, 50 o 100 nudos.


La borla, en algunos Komboskini, nos recuerda el consuelo a nuestras lagrimas.

Tipos de Komboskini

 

- Komboskini de uso cotidiano para usar en la muñeca de la mano.-
- Komboskini de uso cotidiano que se lleva en el bolsillo.
- Komboskini para tener sobre la cabecera de la cama.
- Komboskini para el Iconostacio.

Utilidad del Komboskini


La razón principal para la cual se utiliza el Komboskini, es para ayudarnos en
nuestras oraciones a Dios.
Las mejores horas para la oración, son en la noche antes de dormirnos o
temprano en las mañanas antes de salir a trabajar Alguien podría decir que
aún sin el Komboskini podemos elevar nuestras oraciones y es cierto. Pero muchas
veces, tenemos tantas preocupaciones y problemas , que hasta olvidamos darnos
tiempo para la oración.
Es entonces cuando el Komboskini de muñeca o de bolsilleo nos pueden ayudar,
mientras caminamos, vamos en bus o metro, esperamos que nos atiendan o en
los momentos de oración en nuestra casa.


Llevando la cuerda de oración en su mano, el monje recuerda su tarea principal
continuamente: orar incesantemente, algo que el Apóstol Pablo no sólo requirió de los monjes, sino de todo Cristiano en general (I Tes. 5:17). Esto explica por qué a un monje recientemente tonsurado, se le confía inmediatamente por el abad el cordón de oración con las siguientes palabras: “Acepta, hermano ......, la espada espiritual que es la palabra de Dios en el Jesús eterno, ora por que debes tener el nombre del Señor en tu alma, tus pensamientos, y tu corazón, y di siempre: “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de mí, que soy pecador.”

Todos aquéllos que buscan su salvación están invitados a este recuerdo incesante
del nombre salvador de Jesús, tanto las personas comunes, como los monjes o
monjas.

                  

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Las pasiones son extraídas y alejadas de la mente por la constante ocupación de las cosas de Dios ( San Isaac el Sirio )


Las pasiones son extraídas y alejadas de la mente por la constante ocupación de las cosas de Dios. Esta es una espada que las aniquila. Aquel que siempre piense en Dios aleja a los demonios de si mismo, y extrae la semilla de su malicia.

San Isaac el Sirio


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Oración Mental y noética ( San Nicodemo el Hagiorita )


El escrito que hoy comentamos se refiere a la oración mental y cordial (mente y corazón). Recurriendo a autores de la Alta Edad Media, Nicodemo nos muestra el camino para conseguir la unidad, definiendo previamente en que consiste dicha unidad.

Nos indica que alcanzar dicha unidad es una conversión que califica, de acuerdo con Dionisio el Aeropagita, de MOVIMIENTO CIRCULAR y, como tal, SIN DESVIACIÓN DEL ESPÍRITU. Veamos como argumenta. Todo acto, dice, está relacionado con esencia y potencia, luego el acto del espíritu, esto es el desarrollo de sus funciones en el hombre, también debe retornar a la esencia, unírsele y reposar. Por tanto, si, cuando se libera la energía del acto espiritual que se genera en el cerebro, logramos fijar el espíritu a su esencia y a su potencia, situada ésta en el corazón, entonces conseguimos contemplar el hombre interior en su integridad. Para la mejor comprensión de lo que pretende decirnos, nos remite al símil de la circunferencia. En efecto, la circunferencia se centra en sí misma, su principio se funde con su final, ella misma es su propia entraña y no se desvía de su ser. Implícitamente, se nos está diciendo que el hombre es una serie de chispas anárquicas, buenas y malas, positivas y negativas o mejor materiales y espirituales. Si predominan las materiales, a lo que nuestra naturaleza inmersa en este mundo es ciertamente proclive, nos desequilibramos y nos separamos del espíritu y con ello de Dios. Como sabemos y veremos, todo proceso meditativo y contemplativo no deja de ser un ejercicio de atención. Hemos de estar vigilantes y favorecer el chispazo del acto espiritual y no dejarlo marchar, ubicarlo en el corazón y evitar que “se distraiga” con las cosas de este mundo, como si estuviera en un círculo.

Así, concluye Nicodemo: “(…) del mismo modo en que la periferia del círculo vuelve sobre ella misma y se une a ella misma, así el espíritu, en esta conversión, vuelve sobre sí mismo y se hace uno.” Y, por si fuera poco, aporta las palabras de Basilio: “El espíritu que no está disperso entre los objetos exteriores ni extendido sobre el mundo por los sentidos, vuelve hacia sí mismo y sube por sí mismo hacia el pensamiento de Dios” (Noms Divins, cap 4)

No conforme con esto, Nicodemo aporta algunos consejos sobre los aspectos físicos que deben apoyar el proceso. Así nos habla de la postura, del verbo interior, de la respiración, de la voluntad y de la unión.

Respecto de la postura nos indica que debemos inclinar la cabeza y apoyar el mentón sobre el pecho. Nos dice que es fundamental para los principiantes a fin de asegurar que el espíritu retorne al corazón. Aunque la expresión utilizada es un poco extrema, esta recomendación está en línea con otras prácticas meditativas orientales que pretenden favorecer el flujo energético a lo largo de la columna vertebral. Aun empleando una terminología diferente, el fundamento parece ser el mismo.

Del verbo interior dice que es lo que el espíritu encontrará en el corazón. Pero el verbo interior es la base del raciocinio, de la imaginación, del juicio,… no para, no se está quieto y, por tanto le resulta muy difícil atender al espíritu en su visita y mucho menos hacer que se quede con él. Es cuando introduce la oración del corazón, esto es utiliza un truco para conseguir que el verbo interior, la mente, se centre en una idea, en una jaculatoria. De esta forma conseguiremos que el verbo interior no se disperse en esfuerzos inútiles. Propone así la fórmula oracional: “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, tened piedad de mí.”

Pero claro está, de nada servirá la repetición de una jaculatoria, si no tenemos la voluntad firme en conseguir lo que queremos conseguir. Y ¿qué es ello? Nicodemo nos asegura que es la unidad. Pero no se trata de la unidad con Dios, sino de una unidad trina que, a semejanza de la Santísima Trinidad, asegura el funcionamiento parejo y coherente del espíritu, del verbo interior y de la voluntad que, dice, son las tres partes del alma. En apoyo de su tesis aporta una cita de Gregorio Palamas el gran teólogo de la hesiquia: “Cuando la unidad del espíritu se hace trinitaria permaneciendo una, entonces se une a la mónada trina de la divinidad, cerrando toda salida a la desviación, manteniéndose por encima de la carne, del mundo y del príncipe del mundo.” Aunque ambos pensamientos tienen diferencias de matices que llegan a ser fundamentales, creo más adecuado prescindir de su análisis y concentrarnos en la conclusión. Lo que importa es conseguir un equilibrio. Tan malo como un desarrollo exagerado de las pasiones del cuerpo es el arrobamiento continuado del espíritu que nos impida vivir la experiencia de esta vida que Dios nos ha asignado.

Aunque hemos dejado para lo último la respiración, no es, por cierto, lo menos importante. Si es fundamental que el chispazo del acto espiritual prenda en nosotros para que el verbo interior centrado en la oración del corazón lo perciba y la voluntad decida fijarlo en el corazón en ese “movimiento circular” de que nos habla Dionisio, aún tenemos que controlar el cuerpo en su parte más animal. Y para ello nada mejor que recurrir a un proceso fisiológico casi automático: la respiración. El cuerpo no se entera de que respira, salvo que le falle la respiración. Cuando le falta el aire todo él centra su atención en aspirarlo. La expiración es un fenómeno más volitivo. Por tanto, si forzamos el ritmo de la respiración conseguiremos dos efectos: tener el cuerpo pendiente de la respiración, algo vital para él, y atraer la atención de la voluntad en lo que estamos haciendo. Pues bien, Nicodemo, recogiendo el sentir de los Padres Nípticos (sobrios) recomienda una respiración sometida a una “retención mesurada”. Así, en la práctica el proceso sería: Inspirar (por la nariz), expulsar el aire (aunque personalmente prefiero hacerlo por la boca más que por la nariz, hay opiniones a favor y en contra de ambas opciones) de forma suave iniciando la recitación de la jaculatoria, lenta pero no parsimoniosamente, no volviendo a inspirar hasta que hayamos terminado la oración. Si queremos aumentar la concentración en lo que estamos haciendo, utilizaremos un rosario, como si estuviéramos contando el número de veces que recitamos la oración, aunque realmente solo nos sirva como otro medio de captar nuestra atención. El “conteo” se hará en la fase aspiratoria. La jaculatoria puede recitarse mentalmente o vocalizarla tan en voz alta como nos permita el respeto a otros meditantes.
 

San Nicodemo el Hagiorita


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